• Filosofía,  Persona

    LA FILOSOFÍA DEL SER: MÁS ALLÁ DE LA OBJETIVIDAD

    La filosofía del ser, con su enfoque en la universalización y la objetivación, busca comprender la realidad desde un punto de vista racional. Sin embargo, este enfoque tiene límites cuando se trata de la experiencia personal y subjetiva. El amor, por ejemplo, no puede ser reducido a un concepto abstracto. Es una experiencia que nos revela la singularidad del otro, algo que la filosofía no siempre puede captar plenamente.

    Aquí radica una paradoja: mientras la filosofía del ser intenta abarcar la totalidad de la existencia, reconoce que algunos aspectos de la vida, especialmente los relacionados con la subjetividad, escapan a su capacidad de abstracción. Es en la experiencia del amor y la relación con el otro donde podemos vislumbrar una verdad más profunda, una verdad que no se puede objetivar completamente.

  • Filosofía,  Religión

    FILOSOFÍA Y RELIGIÓN: UN DIÁLOGO INCOMPLETO

    La relación entre religión y filosofía siempre ha sido compleja, oscilando entre la colaboración y el conflicto. La religión ofrece respuestas a preguntas existenciales que la filosofía, con su enfoque más racionalista, no siempre puede abordar. Mientras la filosofía tiende a objetivar y universalizar las experiencias humanas, la religión ofrece un reconocimiento personal y subjetivo, especialmente en la relación con lo divino.

    Este diálogo entre lo subjetivo y lo universal nos lleva a comprender por qué la experiencia religiosa no puede ser sustituida. No se trata solo de una búsqueda de conocimiento, sino de una relación íntima y personal con lo Absoluto. Esta experiencia es inigualable para aquellos que encuentran en la fe una respuesta a su deseo de ser comprendidos y reconocidos en su singularidad.

  • Filosofía

    LA INSUFICIENCIA DE LA INVESTIGACIÓN FILOSÓFICA EN LA IGLESIA

    La Iglesia ha enfrentado dificultades para combatir el relativismo y el secularismo, en parte debido a la falta de una investigación filosófica sólida en las últimas décadas. Esta carencia ha generado una ilusión de que la teología y la ciencia pueden dialogar directamente, sin la mediación de la filosofía, ignorando que ambas disciplinas están impregnadas de conceptos filosóficos.

    Joseph Ratzinger destacaba la importancia de una discusión fundamentada sobre los principios filosóficos que sustentan la cultura contemporánea. Sin una base filosófica sólida, la Iglesia corre el riesgo de perder su capacidad para abordar las cuestiones fundamentales que enfrentan las sociedades modernas.

  • Filosofía

    ¿QUÉ SIGNIFICA «PERSONA»?

    En mi blog sobre lengua latina explico, en esta entrada, cuál es el origen de esta palabra que ahora utilizamos sin duda llenándola de contenido.

    Fue en la tradición filosófica medieval cuando el concepto de persona adquirió una profundidad nueva. Filósofos como Boecio definieron a la persona como una «sustancia individual de naturaleza racional» (naturae rationalis individua substantia), otorgándole una dimensión ontológica y ética que marcó el pensamiento occidental. A partir de aquí, la noción de persona pasó a ser inseparable de la dignidad humana, un principio que más tarde influiría en la reflexión cristiana sobre la Trinidad y, siglos después, en la formulación de los derechos humanos.

    Hoy en día, la palabra persona trasciende su origen jurídico y social para abarcar aspectos psicológicos y morales. La filosofía, la antropología y la psicología han adoptado el término para referirse a la identidad, la conciencia de sí mismo y la singularidad del ser humano. Desde su uso en el teatro romano hasta su papel central en la discusión sobre la dignidad y la libertad, persona sigue siendo un concepto clave para entender lo que nos define como seres humanos.

  • Filosofía

    LA LEY NATURAL: UN CONCEPTO INMORTAL

    Uno de los conceptos más influyentes que emergieron de la filosofía medieval es la idea de la ley natural, desarrollada por Santo Tomás de Aquino. Según esta visión, el universo está regido por un orden moral inherente, y las leyes humanas deben alinearse con este orden si pretenden ser justas. La ley natural establece que existe una verdad universal sobre el bien y el mal, y que los sistemas legales deben vibrar al unísono con esta verdad para ser legítimos.

    Esta idea tuvo una profunda influencia en la formación de la ética cristiana y, más adelante, en el desarrollo de la filosofía política occidental. Incluso hoy, cuando discutimos temas como los derechos humanos o la justicia social, el eco de la ley natural se escucha en los argumentos a favor de los derechos inalienables y la dignidad humana.

  • Filosofía,  Sociedad

    FRANCIA: UNA REVOLUCIÓN CULTURAL COMO ÚNICA SALIDA

    Según Henri Hude, los problemas de los suburbios franceses son solo un reflejo del colapso cultural de toda la sociedad. No se trata únicamente de inmigración o desigualdad, sino de una crisis de civilización. La cultura posmoderna ha destruido la autoridad, ha disuelto la familia y ha convertido la educación en un laboratorio de deconstrucción. Sin referencias morales ni sentido de pertenencia, los jóvenes no encuentran razones para amar a Francia.

    La solución, para Hude, no está en medidas tecnocráticas como retirar ayudas sociales a los alborotadores. El problema es mucho más profundo. Francia necesita una revolución cultural que afecte todos los ámbitos de la vida: la familia, la escuela, la economía y la política. Sin un cambio de civilización, las crisis seguirán repitiéndose con mayor intensidad.

    Este diagnóstico es radical, pero realista. El sistema actual, basado en el endeudamiento y el relativismo moral, es insostenible. La posmodernidad ha destruido los pilares sobre los que se asentaba la cohesión social. Para evitar el colapso, es necesario redescubrir valores trascendentes: la verdad, el bien, la belleza y, en última instancia, a Dios.

    Como advierte Hude, sin esta transformación, Francia está condenada a la disolución. La alternativa no es solo política o económica, sino esencialmente espiritual. Solo una nueva visión del hombre puede dar sentido a la libertad y restaurar el orden social sobre bases firmes.

    Además, me gustaría añadir, el paso de la Ilustración al Nihilismo no es en absoluto fruto de la casualidad; la negación laicista de la trascendencia, de la religión, del homo spiritualis, que han permeado las doctrinas ilustradas han llevado precisamente la sociedad al Nihilismo, a la exaltación de la nada, a la ausencia de valores fuertes en los que la sociedad se podía apoyar.

  • Filosofía,  Sociedad

    FRANCIA, UN PAÍS SIN RUMBO: DE LA ILUSTRACIÓN AL NIHILISMO

    La crisis francesa no es solo política o económica, sino esencialmente cultural. Henri Hude señala que el país ha pasado de ser una nación con dos tradiciones sólidas —el catolicismo y la Ilustración— a una sociedad dominada por la arbitrariedad. La laicidad, que alguna vez buscó ser un espacio de convivencia entre distintas visiones del mundo, ha degenerado en un nihilismo dogmático que ya no tolera ninguna alternativa.

    El resultado es una cultura donde el individuo es divinizado, pero desprovisto de cualquier anclaje en la verdad o el bien. En este contexto, la educación ha sido una de las principales víctimas. La escuela, lejos de transmitir un legado cultural valioso, ha sido colonizada por el izquierdismo pedagógico, que ha impuesto un modelo sin autoridad, sin disciplina y sin referencias sólidas.

    Esta crisis cultural no afecta solo a los jóvenes de los suburbios, sino a toda la sociedad. Lo que diferencia a los barrios periféricos es que en ellos el Estado es percibido como ilegítimo. Cuando la autoridad carece de fundamento moral, cualquier uso de la fuerza es visto como violencia arbitraria. Así, los disturbios no son más que la expresión caótica de una cultura en descomposición.

    Para Hude, la única solución es un cambio radical en la cultura. Francia debe recuperar una visión del hombre y de la sociedad que reconozca la verdad, la naturaleza y la razón. En este sentido, recuerda las palabras de Benedicto XVI: “Necesitamos una nueva síntesis humanista”. Sin esta renovación, Francia seguirá sumida en el desconcierto y la violencia.

  • Filosofía,  Sociedad

    FRANCIA: SÍNTOMA DE UNA CRISIS CULTURAL PROFUNDA

    Empezamos un ciclo de tres entradas del blog dedicado a mis reflexiones sobre una entrevista que el filósofo Henri Hude concedió en agosto del 2023, en la que, a mi parecer, consigue poner en evidencia claves que nos pueden ser útiles también en otras ocasiones.

    Los disturbios que sacudieron Francia en 2023 tras la muerte del joven Nahel Merzouk no son un hecho aislado. Como explica Henri Hude, no pueden reducirse a la brutalidad policial, la desigualdad social o el fracaso de la integración. Se trata, más bien, del resultado de una crisis cultural profunda. Francia no solo enfrenta la fractura identitaria derivada de la inmigración, sino una crisis de significado y cohesión. En el pasado, su cultura estaba anclada en dos tradiciones fuertes: el catolicismo y la Ilustración. Hoy, ambas han sido desplazadas por un nihilismo posmoderno que priva a la sociedad de valores sólidos.

    Hude advierte que los jóvenes de los suburbios no son ajenos a esta cultura dominante. De hecho, están completamente integrados en un sistema que promueve la libertad absoluta del individuo sin referencia al bien o la verdad. La autoridad ha sido sistemáticamente erosionada en la familia y la escuela, generando un vacío moral que solo deja espacio para la arbitrariedad. La revuelta no es una petición de justicia, sino una manifestación de frustración en una sociedad que ha perdido su rumbo.

    El filósofo francés compara la situación actual con las “guerras de la harina” previas a la Revolución de 1789. Francia vive por encima de sus posibilidades, endeudándose sin cesar. Cuando el sistema colapse y deba afrontar la realidad, la crisis será total. Para Hude, la única salida es reconstruir una cultura común basada en principios universales, una nueva síntesis humanista que devuelva a la sociedad un sentido de dirección.

    Sin esta transformación, los conflictos continuarán y se profundizarán. La cultura posmoderna ha sumido a Francia en la impotencia y el caos. Solo una recuperación de valores trascendentes puede ofrecer una alternativa viable y evitar la disolución del orden social.

  • Filosofía

    LA BATALLA CULTURAL DEL SIGLO XXI: ENFRENTANDO EL NIHILISMO Y LA ACEDIA

    La “batalla cultural” que enfrentamos en el siglo XXI es, en esencia, una lucha por el sentido mismo del Ser. A lo largo de la historia, cada siglo ha enfrentado desafíos distintos en torno a los trascendentales que la escolástica identificó como fundamentales: la Verdad, el Bien y lo Bello. El siglo XIX estuvo marcado por la lucha por el Bien, en un intento de superar los males de la explotación y la desigualdad; el siglo XX, en cambio, luchó por la Verdad en medio de regímenes totalitarios que distorsionaban la realidad. Hoy, el desafío parece ir aún más allá: enfrentamos la batalla del Ser contra el nihilismo, una visión que amenaza con despojar de sentido a la existencia humana en su totalidad. Aunque el Bien y la Verdad siguen siendo cruciales, es la propia supervivencia de la humanidad y su esperanza en el futuro lo que está en juego.

    En este contexto, el verdadero adversario se manifiesta en una antigua enfermedad espiritual, la acedia, que en el mundo medieval se entendía como una forma de desesperanza y apatía ante la vida. Hoy, esta acedia ha vuelto de manera soterrada, envolviendo a la sociedad con una sensación de vacío y desencanto que permea la cultura, la política y la vida cotidiana. La batalla cultural actual, entonces, no es solo una lucha contra ideas, sino una lucha por el sentido, por redescubrir la plenitud de la existencia humana. Este desafío requiere, por tanto, un renovado compromiso con el Bien, la Verdad y el Ser, como los pilares de una vida con propósito que permita a nuestra sociedad superar el vacío que la acedia y el nihilismo intentan imponer.

  • Civilización del Amor,  Filosofía

    ESTOICISMO FUNDADO EN EL AMOR

    Una especie de estoicismo fundado en el amor sería una filosofía de vida que busca la serenidad y la fortaleza interior no solo a través de la razón y la aceptación, sino también a través de un compromiso activo con el bien y el bienestar de los demás. Este «estoicismo amoroso» nos llevaría a afrontar las dificultades con ecuanimidad, pero sin caer en la indiferencia; nos impulsaría a aceptar la realidad tal como es, y a buscar transformar nuestro entorno en beneficio de quienes nos rodean.

    Ciertamente, el estoicismo tradicional enfatiza la autosuficiencia y el desapego como medio para alcanzar la paz interior; sin embargo, su versión centrada en el amor integra la idea de que estamos profundamente conectados con los demás. Si aceptamos el mundo con serenidad y actuamos con amor podremos enfrentar la vida de forma equilibrada, entendiendo que el verdadero sentido de fortaleza y libertad no está en el aislamiento emocional, sino en un compromiso profundo y generoso en beneficio del próximo. En este sentido, el amor se convierte en una guía moral que da sentido a la virtud estoica, transformándola en una fuerza capaz de dar paz, pero también de promover un bien más allá de nosotros mismos.

  • Filosofía

    EL DESEO Y LA SUPERFICIALIDAD EN EL MUNDO BURGUÉS

    Seguimos con el pensamiento de Saint-Cheron.

    Saint-Cheron nos invita a reflexionar sobre la manera en que el burgués trivializa el deseo, reduciéndolo a una búsqueda constante de gratificación inmediata, en un ciclo interminable de consumo que nunca satisface del todo. Para el burgués, la acumulación de bienes y placeres es un fin en sí mismo, y cada objeto deseado solo abre paso a otro. Esta visión refleja una incapacidad para ver el deseo como algo más que una reacción al momento presente. En contraste, la experiencia cristiana propone un deseo que va más allá de lo inmediato y lo material, un impulso que abre el corazón a la infinitud de Dios y a la verdadera trascendencia.

    El cristiano, lejos de evitar el deseo, lo entiende como un anhelo profundo que no se agota en el mundo material, sino que encuentra su verdadero sentido en la relación con lo divino. Este enfoque cambia el modo de vivir, transformando cada actividad cotidiana en un espacio para el encuentro con Dios, donde lo eterno toca lo temporal. Así, el deseo se convierte en un camino hacia la plenitud, un vehículo para descubrir la presencia divina en lo sencillo y cotidiano. En un mundo que trivializa los deseos, la fe cristiana ofrece una alternativa de profundidad, libertad y sentido.

  • Filosofía,  Religión

    FILOSOFÍA Y RELIGIÓN EN LA EDAD MEDIA: UN CAMINO HACIA LA JUSTICIA

    Lejos de ser una era de oscuridad, la Edad Media fue testigo de un florecimiento intelectual que sentó las bases del pensamiento moderno. Los grandes filósofos cristianos, como Santo Tomás de Aquino y San Agustín, no solo abordaron cuestiones teológicas, sino también sociales y políticas. Estos pensadores fueron claves en el desarrollo de conceptos como la ley natural, que sigue siendo un pilar en la discusión sobre la justicia y la legitimidad de las leyes.

    La ley natural, según Santo Tomás, es un orden moral que subyace a todo el cosmos, y las leyes humanas deben estar alineadas con esta ley si queremos que sean justas. Esta noción fue un puente entre la filosofía griega y la ética cristiana, y sigue siendo relevante en nuestros debates contemporáneos sobre los derechos humanos y la equidad en la aplicación de la ley.

  • Filosofía

    NIETZSCHE Y LA PURIFICACIÓN DEL CRISTIANISMO

    En su crítica a la cultura burguesa, Saint-Cheron rescata la figura de Nietzsche como un aliado inesperado en la purificación del cristianismo de sus elementos burgueses. Aunque Nietzsche fue un crítico implacable de la religión, su denuncia de la hipocresía y de los intereses de poder escondidos en el cristianismo burgués puso en evidencia la necesidad de un cambio. Según Saint-Cheron, Nietzsche expuso cómo el cristiano burgués adopta una fe de conveniencia, desprovista de autenticidad. Esto abrió la puerta para una renovación espiritual en la que el cristiano es invitado a vivir su fe sin aferrarse a falsas seguridades ni privilegios.

    El desafío que plantea Nietzsche invita al cristiano a ir más allá de una religiosidad cómoda y a adentrarse en una relación genuina y transformadora con Dios. En lugar de quedarse en la “buena conducta” superficial, el cristianismo auténtico exige compromiso, búsqueda sincera y, sobre todo, valentía. Esta renovación es, para Saint-Cheron, una llamada a vivir en comunidad como “santos” que, aunque imperfectos, luchan cada día por una vida en la que la fe no sea una fachada, sino un verdadero impulso hacia la trascendencia y el amor.

  • Filosofía,  Humanismo

    ¿QUÉ SIGNIFICA SER HUMANO?

    Definir lo que significa ser humano ha sido un reto para filósofos durante milenios. Desde Aristóteles, que destacó nuestra capacidad de razonamiento, hasta Rousseau, quien nos describió como seres sociales, cada enfoque abre una ventana distinta a la complejidad humana. Kant agregó la dimensión moral, argumentando que somos seres éticos, capaces de discernir entre el bien y el mal.

    Ninguna de estas perspectivas es excluyente, sino complementaria. Juntas, nos ofrecen una visión más rica del ser humano, una especie que no solo es consciente de sí misma, sino que también crea y transmite cultura, valores y tradiciones de generación en generación.

    No obstante, todas ellas se completan y adquieren un nuevo significado cuando el “factor amor” entra en juego. Una civilización plenamente humana sólo puede ser una civilización del amor.

  • Benedicto XVI,  Filosofía,  Religión

    EL LEGADO GRIEGO EN EL CRISTIANISMO

    Una de las ideas centrales del Papa Benedicto XVI es la importancia de la «hellenización» del cristianismo. En sus primeras etapas, el cristianismo se benefició de la filosofía griega, que aportó conceptos claves como el logos (la razón) para entender mejor la naturaleza de Dios.

    A través del diálogo con la filosofía griega, los primeros teólogos cristianos pudieron desarrollar una fe más estructurada, fundamentada también en la razón.

    Benedicto XVI sostiene que esta fusión no fue una simple coincidencia histórica, sino un proceso esencial para el desarrollo de la fe cristiana. Esta integración permitió que el cristianismo se destacara como una religión que invita al uso de la razón para entender a Dios, el universo y la naturaleza humana, sentando las bases de un diálogo permanente entre fe y pensamiento filosófico.

  • DinamicasGlobales,  Filosofía,  Realismo

    LA VERDAD Y LA DEMOCRACIA: ¿SON COMPATIBLES?

    En las democracias occidentales actuales, la búsqueda de la verdad se ha vuelto cada vez más difícil. Walter Lippmann argumentaba que la democracia, por sí misma, no crea la verdad. En lugar de ser un método para descubrirla, la democracia es un sistema de orden político basado en el respeto por las personas y el bien común. La verdad se logra mediante una investigación libre y sincera, pero la crisis filosófica que promueve el antirrealismo ha erosionado la noción misma de verdad.

    Cómo bien señala Julio Borges, el antirrealismo en filosofía es una postura que niega o cuestiona la existencia independiente de los objetos, verdades o entidades fuera de nuestra percepción o conocimiento. A diferencia del realismo, que sostiene que el mundo tiene una existencia objetiva y sus propiedades son independientes de nuestras mentes, el antirrealismo plantea que la verdad o existencia de ciertos tipos de entidades (como objetos materiales, números, valores morales, etc.) depende de nuestras creencias, lenguajes o prácticas conceptuales.

    Hoy, la proliferación de noticias falsas, la manipulación mediática y la presión de las redes sociales dificultan aún más el discernimiento entre lo verdadero y lo falso. Vivimos en una sociedad donde parecer es más importante que ser, lo que plantea un reto profundo para las democracias: ¿cómo podemos proteger la verdad en un mundo donde la información está fragmentada y la opinión pública, fácilmente manipulada?