La filosofía del ser, con su enfoque en la universalización y la objetivación, busca comprender la realidad desde un punto de vista racional. Sin embargo, este enfoque tiene límites cuando se trata de la experiencia personal y subjetiva. El amor, por ejemplo, no puede ser reducido a un concepto abstracto. Es una experiencia que nos revela la singularidad del otro, algo que la filosofía no siempre puede captar plenamente.
Aquí radica una paradoja: mientras la filosofía del ser intenta abarcar la totalidad de la existencia, reconoce que algunos aspectos de la vida, especialmente los relacionados con la subjetividad, escapan a su capacidad de abstracción. Es en la experiencia del amor y la relación con el otro donde podemos vislumbrar una verdad más profunda, una verdad que no se puede objetivar completamente.