Cuando volvemos a leer el diálogo entre el emperador bizantino Manuel II Paleólogo y un erudito musulmán en 1391, punto clave del discurso de Benedicto XVI en Ratisbona, las diferentes concepciones de la razón que separan al cristianismo del islam se nos muestran con claridad. Para Manuel II, la razón es un instrumento universal capaz de alcanzar la verdad y constituye el fundamento del diálogo y la convivencia. Por el contrario, el erudito musulmán propone una visión más empírica y contingente de la razón, lo que obstaculiza la posibilidad de un entendimiento común.
Las afirmaciones de Benedicto XVI en Ratisbona buscan resaltar la necesidad de recuperar la confianza en una razón universal como base para la coexistencia pacífica y la construcción de valores compartidos. Según el Papa, el rechazo a la verdad objetiva, fomentado por el relativismo contemporáneo, no promueve el diálogo sino que prepara el camino para el conflicto, dado que la fuerza y la violencia acaban decidiendo qué es considerado “verdadero”.
El abandono de la razón y la aceptación de relativismo y nihilismo no solo amenazan la identidad europea, sino que también socavan las bases del diálogo interreligioso.