La moral cumple su función únicamente si su marco de referencia es la esencia del ser humano, no sus usos y costumbres. Es evidente que no todo en el ser humano es “esencia”, pero si pensamos en la cultura contemporánea veremos que en campo moral todo es opinable, desde los elementos más banales, como el lenguaje inclusivo, hasta la facilidad para sentirse ofendidos por acontecimientos y palabras que, francamente, son intrascendentes.
Una interpretación de la moral en cuanto conjunto de normas de convivencia sería simplista e inútil, especialmente cuando se trata de definir los rasgos comunes a todas las personas por el mismo hecho de ser humanos.