Una de las ideas centrales del Papa Benedicto XVI es la importancia de la «hellenización» del cristianismo. En sus primeras etapas, el cristianismo se benefició de la filosofía griega, que aportó conceptos claves como el logos (la razón) para entender mejor la naturaleza de Dios.
A través del diálogo con la filosofía griega, los primeros teólogos cristianos pudieron desarrollar una fe más estructurada, fundamentada también en la razón.
Benedicto XVI sostiene que esta fusión no fue una simple coincidencia histórica, sino un proceso esencial para el desarrollo de la fe cristiana. Esta integración permitió que el cristianismo se destacara como una religión que invita al uso de la razón para entender a Dios, el universo y la naturaleza humana, sentando las bases de un diálogo permanente entre fe y pensamiento filosófico.