En el contexto actual, la conexión entre la verdad y la democracia sigue siendo crucial. La idea de que la opinión de la mayoría debe considerarse como la verdad es un peligro inherente en las sociedades democráticas. Este riesgo no es nuevo. La relación entre política y verdad ha sido debatida durante siglos. En las sociedades liberales, la tentación de confundir consenso con verdad es una amenaza latente que debemos combatir, especialmente en tiempos de polarización y manipulación mediática.
La reflexión filosófica sobre este tema apunta a la importancia de mantener un criterio objetivo para evaluar la verdad, más allá de la mayoría política de turno. La verdad no puede depender solo del consenso, sino que debe basarse en principios más sólidos que trasciendan las coyunturas políticas. El verdadero desafío está en defender la democracia sin renunciar a la búsqueda de la verdad.