La relación entre la “verdad sobre el hombre” y la libertad es, en última instancia, una relación de interdependencia y complementariedad. La libertad, para ser auténtica, necesita estar orientada hacia la verdad de la naturaleza humana, ya que solo en esa verdad puede encontrar su sentido más profundo. La “verdad sobre el hombre” nos revela que la libertad no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar la plenitud, la dignidad y el bien común. Cuando la libertad se ejerce en coherencia con esta verdad, se convierte en una fuerza que no solo permite a cada persona desarrollarse y realizarse, sino que también promueve una sociedad más justa y solidaria, en la que cada ser humano puede vivir plenamente y en paz con los demás.
En definitiva, la libertad es el espacio en el que cada individuo puede actuar de acuerdo con la verdad de su propia naturaleza y de sus aspiraciones más profundas. Esta libertad responsable y orientada hacia el bien se convierte en el camino hacia una vida plena y significativa, en la que el respeto por la dignidad humana y el compromiso con el bien común son los principios rectores. Así, la verdad sobre el hombre y la libertad se unen en la búsqueda de un ideal de vida en el que cada persona pueda alcanzar su potencial y contribuir al bienestar de la comunidad.