• Sociedad

    HACIA UNA CONVIVENCIA INCLUSIVA: PERSPECTIVAS DE FUTURO (5 de 6)

    El futuro de la gestión migratoria en un Estado laico pasa por entender la migración no solo como un desafío, sino también como una oportunidad para renovar los valores democráticos. El aumento de la diversidad religiosa y cultural puede enriquecer la sociedad, siempre que exista un compromiso real con el respeto y la cooperación.

    En esta línea, la laicidad no debe confundirse con hostilidad hacia las expresiones de fe. Al contrario, puede volverse aliada de la pluralidad, propiciando que ninguna confesión imponga su visión, y que ninguna sea excluida de la esfera pública. Desde esta perspectiva, se alienta a los organismos gubernamentales a colaborar con comunidades religiosas y civiles, aprovechando sus redes de apoyo y conocimiento del terreno.

    Por último, quiero hacer un llamado a reforzar la educación en valores, de modo que la ciudadanía reconozca en los migrantes a sujetos de derechos y portadores de una riqueza cultural y espiritual. De ello depende la construcción de una sociedad más justa y cohesionada, capaz de afrontar con solidez los retos de un mundo cada vez más complejo y globalizado.

  • Sociedad

    DESAFÍOS PARA UNA INTEGRACIÓN PLENA: TRABAJO, EDUCACIÓN Y PARTICIPACIÓN (4 de 6)

    La libertad religiosa no basta para garantizar la integración efectiva de los migrantes. El acceso al trabajo digno, a la educación y a la participación cívica son aspectos esenciales para que una persona o una familia se sienta verdaderamente parte de la sociedad de acogida. Un Estado laico comprometido con la justicia social debe prestar atención a estos ámbitos.

    La inserción laboral suele verse obstaculizada por la precariedad y la discriminación. La cooperación entre las instituciones públicas y entidades religiosas o civiles resulta clave: programas de asesoría legal, formación profesional y clases de idioma ayudan a superar brechas culturales y económicas. Este conjunto de apoyos fortalece la autonomía de quienes llegan y evita situaciones de exclusión o marginalidad.

    En el terreno educativo, la escuela puede convertirse en una eficaz vía de integración, siempre que incorpore la diversidad cultural y religiosa como parte de su currículo. Finalmente, la participación cívica a través de asociaciones y consejos consultivos brinda a los migrantes la oportunidad de influir en la toma de decisiones y de sentirse parte activa en la construcción del bien común.

  • Publicaciones

    Comienza una nueva etapa editorial

    Los libros de Dinámicas Globales dejan de publicarse en Amazon KDP.
    Los ejemplares impresos seguirán disponibles mientras haya existencias, y muy pronto todos los títulos —nuevos y revisados— podrán adquirirse directamente desde nuestra web.

    Publicaremos los eBooks en formato PDF y, más adelante, también en EPUB, disponibles para descarga segura desde
    👉 dinamicasglobales.es

    Además, estrenaremos una nueva serie de informes temáticos en PDF, con análisis sobre pensamiento crítico, ética y sociedad contemporánea.

    Gracias por seguir acompañando este proyecto independiente.

    Ediciones Dinámicas Globales™
    Barcelona, 2025

  • Sociedad

    LA DIMENSIÓN ÉTICA DE LA MIGRACIÓN Y LA DOCTRINA SOCIAL CRISTIANA (3 de 6)

    La recepción de migrantes no es solamente un asunto de política de fronteras o de regulación laboral, sino que implica un compromiso ético profundo. La doctrina social cristiana, basada en principios como la dignidad de la persona y la solidaridad, ofrece un marco para entender la migración desde una perspectiva humana e inclusiva.

    La dignidad humana, considerada inalienable, implica que cada persona, independientemente de su origen o religión, merece ser acogida con respeto. El principio de solidaridad recuerda que la comunidad entera se ve fortalecida cuando se integra a los recién llegados y se atienden sus necesidades esenciales. Estos valores no pertenecen en exclusiva a las religiones, sino que pueden ser compartidos por quienes defienden derechos humanos universales.

    Además, la subsidiariedad invita a que distintos niveles -familia, comunidad, Estado- colaboren de forma complementaria. En la práctica, las organizaciones de inspiración religiosa y las instituciones gubernamentales tienen la oportunidad de trabajar juntas: mientras las primeras suelen brindar asistencia directa y acompañamiento espiritual, las segundas deben velar por el cumplimiento de los derechos y el ordenamiento legal para todos.

  • Geopolítica

    ACNUR: ENTRE LA EMERGENCIA Y LA GESTIÓN GEOPOLÍTICA DEL DESPLAZAMIENTO

    ACNUR opera en un estado de emergencia casi permanente: decenas de crisis simultáneas, con picos de máxima gravedad, lo convierten en un actor imprescindible para salvar vidas. Su triple eje —protección, asistencia y “soluciones” (repatriación, reasentamiento, integración)— permite responder con rapidez donde fallan los Estados. La organización distribuye ayuda vital (alimentos, agua, refugio, atención médica) y coordina esfuerzos internacionales que marcan la diferencia en Sudán, Siria o Afganistán cuando la supervivencia inmediata está en juego.

    Pero esa eficacia humanitaria convive con una dimensión sistémica más ambigua. ACNUR gestiona las consecuencias de un orden internacional que produce desplazamientos —guerras proxy, sanciones, colapsos estatales— sin capacidad real para atacar sus causas. Su financiación voluntaria y la necesidad de mantener relaciones con los mismos gobiernos que alimentan las crisis crean dependencias: se prioriza la administración del “síntoma” sobre la resolución estructural. Además, las “soluciones” tienen límites evidentes: el reasentamiento cubre a menos del 1% de los refugiados, la repatriación suele devolver a contextos no transformados y la integración local traslada costes a países de tránsito con recursos escasos.

    El poder de condicionamiento también es real. Estándares y marcos promovidos por ACNUR presionan a los Estados receptores a adoptar leyes, procedimientos y políticas de integración alineados con referencias internacionales más que con capacidades nacionales. En paralelo, la asignación de atención y recursos revela sesgos geopolíticos: algunos éxodos reciben trato preferente frente a otros de igual o mayor gravedad. La ampliación del fenómeno con los desplazamientos climáticos expone otra limitación: el mandato legal de ACNUR nació para conflictos y persecución política, no para crisis ambientales de escala creciente.

    El balance, por tanto, es dual. ACNUR salva vidas y es insustituible en la fase aguda de las emergencias; pero también opera como engranaje de un sistema que externaliza los costes humanos de decisiones geopolíticas. Reequilibrar esa tensión exige transparencia radical en la financiación, métricas de impacto que vayan más allá del conteo de entregas, mayor corresponsabilidad de los Estados que generan inestabilidad y vías reales —no testimoniales— para soluciones duraderas. Sin ello, el número de desplazados (ya en máximos históricos) seguirá creciendo, y la respuesta humanitaria continuará administrando el daño en lugar de reducirlo.

  • Sociedad

    LAICIDAD Y MIGRACIONES: UN ENCUENTRO INELUDIBLE (1 de 6)

    En la actualidad, los Estados que se definen como laicos enfrentan un reto complejo al gestionar los flujos migratorios. La verdadera laicidad no se reduce a excluir lo religioso de la esfera pública, sino a garantizar un espacio de neutralidad donde toda expresión religiosa sea respetada. Bajo esta premisa, la llegada de migrantes de diversos credos es un tema que exige respuestas integradoras y no meramente restrictivas.

    La globalización y las desigualdades económicas impulsan el movimiento de personas en busca de mejores oportunidades. En este contexto, la laicidad se convierte en un marco en el que el Estado debe asegurar la igualdad de trato a todas las confesiones, sin caer en favoritismos ni discriminaciones. Al mismo tiempo, las políticas migratorias deben reconocer la pluralidad cultural y religiosa que traen consigo quienes llegan.

    Este planteamiento cobra gran relevancia en el ámbito europeo, donde la diversidad se ha intensificado en las últimas décadas. Para que la convivencia sea fructífera, se podría proponer un enfoque de “laicidad positiva”, orientado a regular los posibles conflictos y a promover la colaboración entre las instituciones públicas y las comunidades religiosas. De esta manera, es posible construir un tejido social sólido que integra, sin uniformar, a los recién llegados.

  • Seguridad

    POLÍTICAS DE PREVENCIÓN: CÓMO CORTAR EL CICLO DE ACCIÓN‑REACCIÓN

    Diseñar una respuesta eficaz al terrorismo implica pensar más allá de la inmediatez. El primer pilar es la proporcionalidad: toda medida debe pasar la prueba de necesidad y mínima afectación a inocentes. El segundo es la transparencia: los errores existen, pero su corrección rápida evita que se conviertan en mitos movilizadores. El tercero, la inclusión: programas que integren a comunidades estigmatizadas abren canales alternativos a la violencia.

    A ello se suma la inteligencia centrada en redes, no en colectivos. Perfiles, patrones de comportamiento y flujos financieros ofrecen rastros más precisos que el simple criterio étnico o religioso. La coordinación judicial‑policial, con supervisión independiente, añade la certeza de que cada operación será evaluada a la luz de la ley y no del pánico.

    Finalmente, la comunicación estratégica debe anticipar la batalla narrativa. Explicar con claridad por qué se detiene a alguien, mostrar evidencias —cuando sea posible— y reconocer abusos antes de que los denuncie la otra parte refuerza la credibilidad institucional.

    Aplicar estos principios no blinda de nuevos atentados, pero reduce el terreno fértil donde germina el extremismo. En el fondo, la prevención exitosa no consiste en ganarle a la violencia un pulso de fuerza, sino en negarle el oxígeno político y social que la hace sostenible a largo plazo.

  • Seguridad

    UNA LECCIÓN REPETIDA: REPRESIÓN QUE ALIMENTA INSURGENCIAS

    De la Irlanda de los años setenta a las montañas de Afganistán y los suburbios de Oriente Medio, la película se repite con distintos protagonistas. Un atentado atroz, un gobierno que responde con mano dura y, pocos meses después, un movimiento insurgente que presume de voluntarios. El guion incluye siempre un capítulo de abusos: internamientos masivos, pueblos arrasados, checkpoints que humillan a diario.

    En Irlanda del Norte, el internamiento sin juicio convirtió a los cuarteles en paritorios de milicianos. En Argelia, las ejecuciones sumarias soldaron la alianza entre la población rural y la guerrilla independentista. Décadas más tarde, las prisiones clandestinas y los bombardeos indiscriminados proporcionaron a la yihad global las imágenes de agravio necesarias para reclutar en internet.

    Estos precedentes recuerdan que las acciones de seguridad no ocurren en el vacío: cada bala perdida tiene un destinatario simbólico que multiplicará su impacto en redes sociales y discursos de odio. Ignorar la dimensión histórica es repetirla. Por eso, cualquier estrategia antiterrorista lúcida empieza revisando qué funcionó… y, sobre todo, qué fracasó estrepitosamente.

  • Seguridad

    EL ARTE MARCIAL DE LA POLÍTICA: CUANDO LA FUERZA DEL ESTADO JUEGA A FAVOR DEL TERROR

    El choque entre un aparato estatal poderoso y una célula extremista diminuta recuerda a un combate de jiu‑jitsu: el contendiente más débil intenta convertir la fuerza de su rival en su mejor arma. La lógica es sencilla y letal. Cada redada masiva, cada toque de queda y cada detención sin garantías alimenta el relato del agresor insurgente: “el Estado es tu enemigo”. En ese espejo deformado, el puño de hierro se vuelve confirmación de abuso, y el miedo colectivo se transforma en reclutamiento.

    Lo paradójico es que, desde el punto de vista táctico, el ataque terrorista rara vez amenaza la supervivencia del Estado; lo hace, en cambio, la reacción desmesurada. El inimaginable 11‑S no derribó a la primera potencia mundial, pero sí abrió la puerta a leyes y prácticas que aún se discuten décadas después. Así, la verdadera batalla se libra entre el shock inicial y la respuesta que decida un gabinete de crisis.

    Cuando los gobiernos olvidan esta dinámica y privilegian la coerción por encima del derecho, el resultado suele ser contraproducente: polarización social, erosión de legitimidad y un flujo constante de nuevos adeptos para la causa violenta. Entender la “trampa de la provocación” no es cuestión académica; es la diferencia entre sofocar un incendio o avivarlo con gasolina.

  • Geopolítica

    UNICEF: INFANCIA, PODER Y REINGENIERÍA SOCIAL

    UNICEF ha pasado de la ayuda de emergencia a un activismo programático capaz de moldear marcos legales y políticas públicas bajo la legitimidad moral de la protección infantil. Su arquitectura híbrida —Junta Ejecutiva intergubernamental, pero comités nacionales autónomos en los países más ricos— le permite combinar relato multilateral con músculo de lobby doméstico, incidir en agendas legislativas y financiar operaciones en terceros países. La dependencia total de aportes voluntarios refuerza esa palanca: quien financia orienta prioridades, ritmos y metodologías.

    El vector de influencia se presenta como neutralidad técnica: “derechos de la infancia”, asistencia para diseñar políticas, indicadores y estándares. En la práctica, esto se traduce en la adopción de marcos conceptuales que reconfiguran familia, escuela y relaciones intergeneracionales conforme a modelos específicos —y exportables—. La Convención sobre los Derechos del Niño funciona como gramática común que legitima auditorías de políticas nacionales y condiciona prioridades presupuestarias, mientras la red de oficinas y programas forma profesionales que internalizan y difunden ese enfoque en sistemas educativos y de protección social.

    El resultado geopolítico es un poder blando de alta capilaridad: presión coordinada desde oficinas regionales y nacionales, comités en países donantes que activan la incidencia política, y programas que se despliegan como “cooperación” pero actúan como vectores de homogeneización cultural. En contextos de austeridad o crisis, la organización puede cuestionar decisiones fiscales democráticamente adoptadas en nombre del interés superior del menor, desplazando el debate político hacia un terreno moral difícilmente contestable.

    Reequilibrar este ecosistema exige trazabilidad total de la financiación, separación nítida entre captación de fondos e incidencia normativa, participación vinculante de familias y comunidades en el diseño de programas, y evaluaciones de impacto cultural además de las operativas. Sin estos contrapesos, la protección de la infancia corre el riesgo de convertirse en un caballo de Troya para agendas sociales y educativas que no han pasado por el escrutinio democrático de las sociedades a las que pretenden servir.

  • Educación

    MÁS ALLÁ DEL “APRENDER HACIENDO”: HACIA UN APRENDIZAJE CON CONCIENCIA

    El auge del aprendizaje activo ha traído enormes beneficios, pero no siempre garantiza un pensamiento profundo. La experiencia de la educación científica muestra que las actividades prácticas, si no van acompañadas de reflexión, pueden convertirse en simples ejercicios mecánicos. “Manos a la obra” no basta: es preciso un enfoque minds-on, que combine acción y análisis consciente.

    La metacognición es el puente que convierte la actividad en verdadero aprendizaje. Al preguntarse qué se está haciendo, por qué y con qué resultados, los estudiantes transforman cada experiencia en conocimiento duradero. Esta mirada también permite a los docentes evaluar y enriquecer sus estrategias de aprendizaje activo, evitando que la novedad metodológica quede en puro entretenimiento.

    Integrar la reflexión en las prácticas, experimentos o debates asegura que el tiempo en el aula no solo produzca datos o productos, sino comprensión. Así, la educación universitaria avanza de la simple acción a una formación integral que une saber, hacer y pensar.

  • Educación

    EL DOCENTE COMO APRENDIZ: METACOGNICIÓN EN LA ENSEÑANZA

    La metacognición no es solo para estudiantes. El profesorado también se beneficia al reflexionar sobre su práctica: cuestionar supuestos, evaluar la eficacia de cada sesión, identificar qué motiva o frena el aprendizaje y planear mejoras. Dos docentes con idéntica experiencia pueden obtener resultados muy distintos según su capacidad para “pensar sobre cómo enseñan”.

    Ser metacognitivo como docente implica preguntarse qué evidencias confirman nuestras decisiones, cómo evoluciona nuestra comprensión de la materia y de la didáctica, y qué ajustes conviene aplicar. Este enfoque convierte cada curso en un laboratorio de mejora continua, alimentando la creatividad pedagógica.

    Cuando los docentes comparten con su alumnado estas reflexiones, generan un doble impacto: mejoran su propia enseñanza y transmiten un modelo de pensamiento crítico que los estudiantes pueden imitar en su propio aprendizaje.

  • Educación

    CREAR UNA CULTURA DE AULA QUE FOMENTE LA REFLEXIÓN

    Más allá de actividades puntuales, la metacognición florece cuando se integra en el ambiente cotidiano del aula. Dar permiso explícito para expresar confusión, valorar las preguntas tanto como las respuestas correctas y añadir breves reflexiones a las tareas cambia la dinámica: el objetivo deja de ser solo acertar y pasa a ser comprender cómo se piensa.

    El profesorado juega un papel decisivo. Al modelar su propio proceso mental —por ejemplo, mostrando en voz alta cómo resuelve un problema o cómo revisa un error— demuestra que el pensamiento científico es un camino de ensayo y ajuste. Así, los estudiantes no solo aprenden contenidos, sino el arte de pensar como profesionales de su disciplina.

    Estas prácticas, sencillas pero constantes, transmiten un mensaje poderoso: la reflexión no es un añadido opcional, sino parte esencial de aprender. En ese entorno, equivocarse deja de ser un estigma y se convierte en una oportunidad consciente de crecimiento.

  • Educación

    ESTRATEGIAS PRÁCTICAS PARA CULTIVAR LA METACOGNICIÓN

    Incorporar la metacognición en la enseñanza no requiere grandes cambios de programa, sino introducir preguntas y dinámicas que despierten la reflexión. Por ejemplo, los pre-assessments (pequeñas evaluaciones iniciales) ayudan a que cada estudiante reconozca lo que ya sabe y planifique su aprendizaje. Otras técnicas como el Muddiest Point invitan a identificar las partes más confusas de una clase, transformando la duda en motor de estudio.

    Igualmente valiosas son las retrospective postassessments, donde se pide comparar la idea inicial sobre un tema con la comprensión alcanzada, y los diarios de reflexión, que permiten evaluar qué funcionó en la preparación de un examen y qué cambiar para la próxima vez. Estas herramientas crean un ciclo de planificación, seguimiento y ajuste que entrena la mente para aprender con conciencia.

    El secreto está en normalizar estas prácticas como parte de la cultura del curso, no como un añadido ocasional. Cuanto más natural resulte para el alumnado identificar lo que no entiende, más sólida será su capacidad de pensar de forma crítica y autónoma.

  • Educación

    APRENDER A APRENDER: EL PAPEL CLAVE DE LA METACOGNICIÓN

    Muchos estudiantes llegan a la universidad con buenos hábitos de asistencia y estudio, pero sin una verdadera conciencia de cómo aprenden. La diferencia no radica en el esfuerzo, sino en la capacidad de reflexionar sobre lo que se comprende, detectar dudas y planificar estrategias de mejora. Esta capacidad, conocida como metacognición, es la que permite “aprender a aprender”: supervisar la propia comprensión, identificar confusiones y decidir cómo resolverlas.

    Lejos de ser una habilidad espontánea, la metacognición requiere guía y práctica. No basta con acumular horas de estudio ni con volver a leer los textos; lo decisivo es cuestionarse: ¿qué entiendo de verdad?, ¿qué me resulta confuso?, ¿qué estrategia puedo cambiar? Quienes integran estos hábitos piensan de forma más flexible y profunda, y su aprendizaje es más duradero.

    Promover la metacognición no es una tarea secundaria: es formar a los estudiantes para que sean aprendices autónomos de por vida. En un mundo donde la información se renueva constantemente, esta competencia es tan esencial como el propio contenido de las asignaturas.

  • General

    PUBLICACIONES

    Esta mañana intenté entrar en mi página de autor en Amazon Kindle y descubrí que mi cuenta había sido cancelada por infracción de las reglas del editor.

    He puesto una reclamación y espero que se resuelva en breve. De no ser así, buscaré otro sistema para publicar mis libros; pero francamente no me esperaba poder ser objeto de la política de cancelación. Puede ser un error, o realmente el pensamiento crítico resulta ser muy peligroso…

  • Geopolítica

    UNESCO: PODER BLANDO Y SOBERANÍA CULTURAL

    La UNESCO se presenta como un árbitro técnico de consensos globales en educación, ciencia y cultura, pero opera cada vez más como un vector de ingeniería social. Bajo una fachada de neutralidad multilateral, ha ido consolidando una maquinaria de estandarización que fija “mejores prácticas” y “estándares” con efectos directos sobre currículos, métodos y políticas culturales nacionales. El resultado es una asimetría: decisiones con impacto profundo en identidades y sistemas educativos se toman en foros lejanos a la deliberación ciudadana.

    En la gobernanza, el verdadero centro de gravedad no es la retórica participativa de la Conferencia General, sino un Consejo Ejecutivo profesionalizado y alineado con agendas dominantes. A ello se suma una financiación dual: cuotas obligatorias modestas y un volumen creciente de aportes voluntarios —públicos y privados— dirigidos a programas concretos. Quién financia puede orientar prioridades y tempos, desplazando el control de los Estados hacia donantes con intereses propios, sin el escrutinio democrático que exigiría una política pública nacional.

    El condicionamiento se ejecuta por la vía “técnica”: asistencia para el planeamiento educativo, redes de comisiones nacionales, oficinas de terreno y centros especializados que difunden marcos conceptuales y herramientas de gestión. Estas estructuras forman élites y administraciones con una visión convergente sobre “calidad” y “eficiencia”, fabricando consensos que legitiman la privatización, la mercantilización y la homogeneización pedagógica como si fueran soluciones neutras y universales.

    El saldo geopolítico es nítido: erosión de la diversidad cultural y educativa real, debilitamiento de la autonomía curricular y fiscal de los Estados, y refuerzo de un paradigma occidentalizado presentado como universal. Si se busca reequilibrio, harían falta tres anclajes: trazabilidad total de financiamiento y conflictos de interés; participación vinculante de comunidades educativas locales en el diseño de programas; y evaluación independiente del impacto cultural, no solo del desempeño administrativo. Sin estos contrapesos, la UNESCO seguirá operando como un sofisticado instrumento de poder blando más que como garante de la pluralidad cultural.

  • PensamientoCritico

    LAS CUALIDADES DE UN PENSADOR INDEPENDIENTE (4)

    Persistencia, creencia, autoestima independiente, confianza, determinación y conciencia creativa son solo algunas de las cualidades que un pensador independiente «traerá a la mesa». Estas cualidades, y otras, le permitirán ser más innovador en su pensamiento y lo ayudarán a crear las mejores oportunidades para demostrar el pensamiento independiente de una manera positiva.

    Trabajar para desarrollar estas cualidades también inspirará a una persona a explorar su forma de pensar y a levantar las restricciones y limitaciones que ha establecido su patrón de pensamiento actual. Al desarrollar cualidades personales, el pensamiento independiente comenzará a fluir más libremente.

  • PensamientoCritico

    LAS CARACTERÍSTICAS DE UN PENSADOR INDEPENDIENTE (3)

    Hay muchos factores que fomentan el pensamiento independiente. Sin embargo, la alta autoestima es la característica más distintiva de cualquier pensador creativo y, muchas veces, es lo que impulsa el pensamiento individual, el rendimiento y el éxito. El sentimiento que cada individuo tiene sobre sí mismo puede ser tanto limitante como inspirador, por lo que es esencial que exista un buen nivel de autoconciencia. Sin autoaceptación, el progreso personal se ralentiza considerablemente. Entonces, para alentar una autoexpresión positiva, se debe lograr una mejor conciencia.

    La autoconfianza también se puede generar externamente, a través de los pensamientos y comentarios de otras personas. Si bien esto funciona de maravilla para aumentar la confianza en la capacidad, no debe usarse para reemplazar la autoestima que se genera personalmente a través de la creencia en sus propias habilidades. Por lo tanto, todos los pensadores independientes exitosos tienen una comprensión clara de la autoestima.

  • PensamientoCritico

    CÓMO DESARROLLAR LA INDEPENDENCIA DE PENSAMIENTO (2)

    El pensamiento independiente solo puede desarrollarse como resultado de explorar la estructura que se ha establecido para expandir la libertad de pensamiento. Para convertirse en un pensador innovador, por ejemplo, una persona tendrá que ejercer la creatividad a través del pensamiento y el hacer. Explorar empresas y oportunidades también conducirá a la necesidad de desarrollar un pensamiento independiente, y esto fomentará el crecimiento de la autoestima positiva.

    Comprender la importancia del pensamiento independiente es esencial. Sin el conocimiento de cómo y por qué, un individuo será incapaz de desarrollar sus propias habilidades únicas de la manera que mejor funcione para ellos. Aceptar las limitaciones personales también permitirá comprender e investigar formas constructivas de desarrollar habilidades y conocimientos. Por lo tanto, el pensamiento independiente y crítico solo puede lograrse desarrollando un enfoque personal para ser más consciente de sí mismo.

  • PensamientoCritico

    LOS BENEFICIOS DE PENSAR INDEPENDIENTEMENTE (1)

    El pensamiento independiente es una herramienta que se puede utilizar para mejorar la expresión personal y la capacidad creativa, y es una habilidad adicional valiosa para adquirir.

    Las mentes intelectualmente activas abren puertas a la oportunidad. Si tu pensamiento está en una longitud de onda lógica o creativa, ser un pensador independiente te permitirá aumentar el rendimiento, la productividad, la eficiencia y alcanzar un mayor nivel de autoconciencia.

    Ser capaz de pensar de forma independiente abre una gran cantidad de conocimiento potencial. Te permite ser más exigente con las cosas que escuchas, ves y crees, y te ayuda a cuestionar valores y suposiciones. El pensamiento independiente también perfecciona tus habilidades personales en muchos otros niveles, incluida la construcción de confianza en tu capacidad para defender tus creencias.

  • Política

    UNA BRÚJULA MORAL Y ANALÍTICA (VI)

    Conocer las distinciones entre las diferentes realidades de las que hemos hablado es algo más que un ejercicio académico: es equiparse con una brújula moral. Si todo abuso se etiqueta «dictadura», el término se vacía y, el día que una dictadura se planta de verdad, el lenguaje no alcanza para nombrarla. Si llamamos populismo a cualquier discurso popular, satanizamos una energía social que, bien encauzada, puede revitalizar la democracia. El reto consiste en identificar los umbrales: ¿cuándo la apelación al pueblo se convierte en negación de la pluralidad? ¿En qué momento una emergencia justifica la suspensión del debido proceso? ¿Cómo distinguir la censura puntual de un artículo de la ingeniería sistemática del silencio? Recordar los rasgos diferenciales de cada fenómeno nos ayuda a responder sin caer en relativismos.

    En mi libro dedicado a este tema examino cómo el totalitarismo 3.0 explota grietas que, en buena medida, abrieron el autoritarismo, la dictadura o el populismo mal canalizado. Pero antes necesitábamos poner nombre a cada forma de dominio. Porque, como advertía Arendt, cuando el lenguaje se degrada, el pensamiento se adormece y el poder se desliza más cómodo hacia su meta favorita: la sumisión sin resistencia.

  • Geopolítica

    OMS: PODER SANITARIO SIN CONTRAPESOS

    La OMS funciona con una asimetría de origen: menos de una quinta parte de su presupuesto proviene de cuotas obligatorias controladas por los Estados; el resto son aportes “voluntarios” de gobiernos, fundaciones y alianzas público-privadas. Esa arquitectura invierte la lógica democrática: quien financia de forma discrecional orienta prioridades, ritmos y temas, y puede retirar fondos si la agenda no encaja con sus intereses. En la práctica, grandes donantes privados y partenariados del ecosistema farmacéutico han ganado un peso que supera al de la mayoría de países miembro.

    Ese poder se traduce en capacidad de condicionar políticas nacionales bajo el ropaje de recomendaciones “técnicas”. La pandemia amplificó el fenómeno: medidas de confinamiento, mascarillas, distancias y calendarios vacunales se implementaron como mandatos incuestionables. Ahora, el “Acuerdo sobre Pandemias” consolida marcos vinculantes y una coordinación con FMI y Banco Mundial que puede activar condicionalidad financiera: salud pública convertida en palanca de gobernanza global. Paralelamente, la creación de mecanismos como GAVI, Fondo Mundial, CEPI o COVAX —con fuerte impronta de la industria— permite operar fuera del control directo de la OMS, pero con su sello de legitimidad.

    El resultado geopolítico ha sido especialmente duro para el Sur global: economías informales devastadas por cierres prolongados, dependencia de compras centralizadas y barreras de propiedad intelectual que frenaron la producción local. La narrativa “única” sobre estrategias y orígenes, sumada a la descalificación de debates científicos legítimos, estrechó el pluralismo crítico necesario en una crisis de alta incertidumbre. A esto se añaden tensiones de la propia descentralización (como en la OPS), donde agendas regionales y presiones de financiadores erosionan la coherencia global.

    Si la OMS aspira a recuperar legitimidad, necesita reequilibrar su gobierno: elevar el peso de las cuotas no condicionadas, publicar contratos y beneficiarios finales en tiempo real, levantar cortafuegos entre donación privada y fijación de agenda, garantizar auditorías de impacto independientes con datos abiertos y proteger el disenso científico como bien público. Sin esos contrapesos, la salud global seguirá orbitando alrededor de chequeras y no de parlamentos.

  • Política

    TOTALITARISMO: EL MONOPOLIO DEL SENTIDO (V)

    Si la dictadura aspira a mandar, el totalitarismo desea moldear la realidad interna de sus ciudadanos. No le basta el gesto externo de obediencia; quiere que la obediencia sea sentida como deber íntimo. El totalitarismo clásico (el de Hitler o Stalin) se apoyaba en tres pilares: una ideología que pretendía explicar el pasado y el futuro, un partido único que vigilaba a la sociedad y un aparato de terror que castigaba cualquier disonancia. Pero la versión contemporánea ha encontrado un camino más sutil: en la era digital, coloniza la atención y la emoción a través de plataformas de entretenimiento y de datos. No quema libros; entierra su relevancia bajo avalanchas de distracción personalizada.

    La gran diferencia práctica con la dictadura es la pretensión expansiva: la vida privada no debe existir, todo rincón de la experiencia quedará sometido al relato oficial o, en su formato 3.0, al relato “a medida” que refuerza la deferencia hacia el emisor real (Estado, corporación o ambos en simbiosis). El enemigo ya no es solo otro país o una facción interna; es, sobre todo, la incertidumbre cognitiva que surge de contrastar puntos de vista. De ahí la obsesión por algoritmos que filtran la información y ofrecen a cada individuo un universo convergente con su perfil psicológico —la versión digital del panóptico.

    Las categorías de las que hemos hablado no viven en compartimentos estancos; se persiguen y se solapan. Un régimen inicialmente populista puede inclinarse al autoritarismo cuando necesita blindarse frente a la crítica institucional; un autoritarismo que pierda la partida económica puede atrincherarse en la dictadura; una dictadura, al querer garantizar la lealtad de las generaciones futuras, puede inocular la ideología totalitaria. A la inversa, también existen derivas contrarias: dictaduras que se abren, autoritarismos que se moderan o populismos que se integran. Pero la dirección hacia el endurecimiento suele avanzar por la pendiente más rápida, porque la concentración de poder genera sus propios incentivos autorreferenciales.

  • Política

    POPULISMO: LA PULSIÓN PLEBEYA QUE VACÍA INTERMEDIARIOS (IV)

    No confundamos: el populismo no es un régimen sino una gramática política. Su gramática parte de un postulado sentimental: existe un «pueblo auténtico» cuya voluntad ha sido secuestrada por una «élite corrupta». El líder populista se presenta como traductor directo de esa voz colectiva y, al hacerlo, cuestiona toda institución intermedia —partidos tradicionales, parlamento, prensa— que reclame la función de representar o fiscalizar. El populismo no se define por su ideología (puede ser de izquierdas o de derechas) sino por el estilo. Ese estilo privilegia la cercanía emocional, la narración simplificada, el plebiscito permanente. Cualquier disidencia interna se describe como traición al pueblo; la complejidad se ridiculiza como excusa de tecnócratas.

    En democracia el populismo puede actuar como termómetro que alerta sobre déficits de representación. Pero si el termómetro toma el poder y anula los contrapesos, la temperatura sube sin control. La concentración carismática de la toma de decisiones, sumada al desprestigio de los contrapoderes, empuja a la deriva autoritaria. A menudo ese viaje se acelera cuando el líder adopta la lógica del estado de excepción y justifica la erosión de garantías con la batalla contra la oligarquía traidora. Los casos latinoamericanos del cambio de siglo ofrecen abundante material de estudio; también varias democracias centroeuropeas hallarán ecos familiares.

  • Política

    DICTADURA: LA EXCEPCIÓN QUE SE NORMALIZA (III)

    A diferencia del autoritarismo —que todavía necesita el lenguaje de la ley— la dictadura gobierna apoyada en la fuerza desnuda. Históricamente se presenta como una respuesta extraordinaria a la emergencia, pero pronto convierte la excepción en rutina. El dictador —una persona, un comité o una junta militar— concentra los tres poderes clásicos y coloca la violencia estatal como intermediaria cotidiano entre la ciudadanía y el Estado. La legalidad pasa de ser garantía a instrumento y se redacta a conveniencia del mando supremo.

    La dictadura no necesita artilugios persuasivos sofisticados: le basta con controlar los cuarteles y las frecuencias de radio. Allí donde el autoritarismo restringe, la dictadura prohíbe; donde aquél rediseña titulares, ésta clausura redacciones. Sin embargo, su mismo éxito engendra fragilidad. Al carecer de válvulas de renovación, la pirámide cerrada se corroe desde dentro: rivales que huelen la decrepitud del líder; oficiales que imaginan un golpe preventivo; burócratas que temen un ajuste de cuentas si el régimen colapsa mañana. Así, muchas dictaduras caen por implosión o mutan, al verse sin oxígeno, hacia un autoritarismo que intente recuperar legitimidad a través de elecciones controladas.

  • Política

    AUTORITARISMO: EL CUSTODIO DEL ORDEN QUE TEME AL VACÍO (II)

    El autoritarismo nace, casi siempre, de una premisa defensiva: algo amenaza la estabilidad —una crisis económica, una guerra, una fractura social— y un bloque de poder propone reducir la competencia política para “salvar” la unidad del Estado. Su relato de legitimidad no es épico sino pragmático: prometen seguridad, crecimiento y reglas claras a cambio de podar la exuberancia democrática. Por eso el autoritarismo suele conservar las fachadas de la institucionalidad —parlamento, tribunales, prensa privada—: le resultan útiles como escenografía que mitiga la alarma interna y proyecta cierta normalidad al exterior.

    La represión autoritaria es selectiva. No persigue disciplinar almas ni uniformar conciencias; le basta con desactivar a quienes cuestionen su monopolio decisorio. Estrangula el pluralismo mediante leyes de excepción permanentes, regula los medios con licencias administradas desde el Ejecutivo y confía en censores que cortan, aquí y allá, los brotes considerados peligrosos. Mientras funciona la maquinaria económica y la calle no hierve de descontento, una parte de la sociedad acepta el acuerdo tácito: menos voz a cambio de menos incertidumbre. Pero la legitimidad pragmática caduca cuando las promesas fallan. Entonces el régimen puede experimentar dos tentaciones: abrirse (para cooptar nuevas élites y ensanchar la base de apoyo) o endurecerse, despojándose del último barniz institucional hasta devenir dictadura.

  • Política

    BARRER EL MAPA: AUTORITARISMO, DICTADURA, POPULISMO Y TOTALITARISMO (I)

    Hay palabras que funcionan como advertencias y, sin embargo, con el uso cotidiano se desgastan hasta volverse casi inofensivas. «Autoritario» acaba significando apenas “mandón”; «populista» es el epíteto fácil contra todo rival; «dictadura» se lanza como insulto a la menor restricción sanitaria, y «totalitarismo» parece un fósil reservado a historiadores de mediados del siglo XX. El riesgo de esa saturación verbal es doble: perdemos la precisión analítica y, al mismo tiempo, se embotan los reflejos morales que deberían activarse cuando uno de esos fenómenos asoma. Por eso dedico este capítulo a repasar, de manera narrativa y no enciclopédica, los contornos de cada término, sus zonas de solapamiento y las sendas que conducen de uno a otro.

    Imaginemos un eje que va desde el control limitado al monopolio absoluto del poder. En el extremo más cercano al pluralismo se encuentran los sistemas autoritarios; en el opuesto, los totalitarios. Entre ambos median dictaduras de distinto signo y, como transversal, un estilo político —el populista— que puede injertarse en casi cualquier punto del eje para acelerarlo hacia las formas más duras de dominio. El cuadro conceptual no es un catálogo de especies puras, sino una gradación de tonalidades donde la mezcla es la norma y las transiciones ocurren con frecuencia. El lector hará bien en mantener la imagen de un termómetro: el mercurio nunca se queda definitivamente quieto.

  • Geopolítica

    EL PODER ASIMÉTRICO DE LA ONU

    Nacida como foro de cooperación intergubernamental, la ONU ha cristalizado una arquitectura de poder profundamente asimétrica. El corazón real está en el Consejo de Seguridad y, dentro de él, en los cinco miembros permanentes con derecho de veto, que institucionalizan el reparto de poder de 1945. La Asamblea General opera como legitimación simbólica: “un país, un voto” sin capacidad efectiva cuando el veto entra en juego.

    La financiación acentúa esa asimetría. Mientras el presupuesto ordinario requiere mayorías formales, la mayor parte del sistema se mueve con contribuciones voluntarias dirigidas a programas y agencias, alineando prioridades con los grandes donantes más que con decisiones colectivas. Así, quien paga orienta la agenda, incluso si pierde voto en la Asamblea por impagos: la influencia puede mantenerse por la vía de los fondos condicionados.

    El poder material se ejerce mediante sanciones, autorizaciones de uso de la fuerza, misiones de paz y un vasto ecosistema de agencias y fondos. Las sanciones actúan como guerra económica con efectos sociales profundos; la “responsabilidad de proteger” ha servido para legitimar intervenciones controvertidas; las operaciones de paz pueden cronificarse y modular soberanías; y la Secretaría —filtrada por el veto de los P5— maneja una burocracia transnacional sin control electoral directo.

    En paralelo, emergen polos alternativos (BRICS, OCS) que disputan el monopolio occidental de la gobernanza global, mientras las reformas propuestas en la ONU tienden a ser cosméticas si preservan el veto. El debate estratégico del siglo XXI pasa por aquí: limitar el poder de bloqueo, descondicionar la financiación, exigir trazabilidad y evaluación independiente, y devolver a los Estados —y a sus ciudadanos— la capacidad de control sobre decisiones que hoy se toman en un “sistema” que opera con legitimidad difusa.

    Etiquetas: geopolítica, ONU, Consejo de Seguridad, derecho de veto, gobernanza global, sanciones, financiación voluntaria, agencias de la ONU, soberanía, misiones de paz, BRICS, reforma institucional