• Geopolítica

    W3C: CUANDO LOS ESTÁNDARES DICTAN LA POLÍTICA

    El W3C (World Wide Web Consortium) es el arquitecto invisible de la Web: define los lenguajes y protocolos que usamos a diario y, con ellos, las formas en que millones de personas acceden, crean y comparten información. Su imagen de neutralidad técnica y cooperación abierta convive con un hecho incómodo: convertir decisiones políticas sobre comunicación, privacidad y competencia en “estándares” supuestamente apolíticos. En ese tránsito, un puñado de grandes plataformas y élites técnicas fijan el rumbo de la infraestructura digital global.

    La gobernanza por “consenso”, la membresía de pago y el trabajo en grupos altamente especializados elevan barreras de entrada que favorecen a quienes tienen músculo financiero y plantillas de ingenieros. La llamada “soft law” de los estándares termina operando como ley dura: lo que el W3C aprueba se convierte en norma de facto para navegadores, servicios y dispositivos. También pesan incentivos que anclan el statu quo —como políticas de patentes “royalty-free” diseñadas para maximizar adopción por parte de incumbentes— y la coordinación con otros consorcios técnicos que actúan como un gobierno digital sin urnas.

    Las consecuencias se sienten en la capa social: marcos de “privacidad” que legitiman modelos de extracción de datos mediante avisos y cookies; capacidades del navegador (geolocalización, acceso a cámara/micrófono, almacenamiento) desplegadas como mejoras de experiencia, pero útiles para vigilancia y perfiles invasivos; y una preferencia estructural por arquitecturas centralizadas que consolidan plataformas, frente a alternativas descentralizadas que devolverían soberanía a usuarios y comunidades.

    Reequilibrar exige abrir la caja negra: representación real de usuarios y actores públicos, evaluaciones de impacto social y de competencia antes de estandarizar, compatibilidad obligatoria con privacidad por diseño, y una agenda explícita para protocolos descentralizados e interoperabilidad fuerte. Si no, seguiremos confundiendo “técnico” con “neutral”: los estándares continuarán decidiendo, de forma silenciosa, cuestiones que deberían debatirse políticamente.

  • Desinformacion,  Manipulacion

    LA MANIPULACIÓN COMO AMENAZA GLOBAL: UN DESAFÍO PARA LA LIBERTAD (5 de 5)

    En un mundo interconectado, la información fluye sin fronteras, y con ella también la manipulación. Las interferencias extranjeras ya no buscan únicamente modificar elecciones o debilitar gobiernos: pretenden erosionar la confianza que permite la convivencia democrática. Una sociedad que deja de creer en la palabra del otro, o que sospecha sistemáticamente de toda fuente, se vuelve ingobernable desde dentro y vulnerable desde fuera.

    Por eso, la lucha contra la FIMI no es solo una cuestión de seguridad nacional: es una batalla por la libertad interior de las sociedades. Defender el espacio público de la manipulación significa proteger la posibilidad misma del diálogo, la confianza en la verdad compartida y la dignidad de la deliberación política. Cuando la mentira organizada domina el discurso, la libertad deja de ser un valor; se convierte en un recuerdo.

    Frente a ello, necesitamos ciudadanos atentos, instituciones confiables y alianzas internacionales sólidas. En última instancia, la defensa frente a la manipulación no es técnica, sino moral: exige una cultura de la verdad que no tema mirar de frente a la mentira.

  • Desinformacion,  Manipulacion

    RESILIENCIA DEMOCRÁTICA FRENTE A LA MANIPULACIÓN EXTRANJERA (4 de 5)

    La respuesta a la FIMI no puede limitarse a castigar culpables ni a borrar contenidos. Requiere una estrategia coordinada que refuerce la transparencia, la educación y la cooperación internacional. En este terreno, la Unión Europea, la OTAN y el G7 han dado pasos importantes: creación de sistemas de alerta temprana, centros de ciberdefensa activos 24/7 y plataformas para compartir inteligencia entre países. Pero ningún protocolo técnico sustituye la necesidad de fortalecer la cultura democrática.

    La transparencia electoral y publicitaria —saber quién paga qué anuncio y con qué dinero— es esencial para evitar que potencias extranjeras financien campañas de forma encubierta. A la vez, la alfabetización mediática debe integrarse en la educación pública: enseñar a los jóvenes a reconocer patrones de manipulación, emociones inducidas y narrativas polarizantes. La defensa no empieza en los ministerios, sino en las aulas, los medios y las conversaciones cotidianas.

    Por último, la colaboración con las plataformas digitales resulta indispensable, aunque debe equilibrarse con el respeto a las libertades civiles. La mejor defensa no es la censura, sino una ciudadanía informada y consciente de su poder como guardiana de la verdad.

  • Desinformacion

    CÓMO DETECTAR UNA OPERACIÓN DE INJERENCIA INFORMATIVA (3 de 5)

    Reconocer una campaña de FIMI no es tarea sencilla: su éxito depende precisamente de pasar inadvertida. Sin embargo, existen patrones identificables que permiten sospechar de una posible injerencia. Entre ellos, la aparición repentina de cientos de cuentas nuevas que difunden los mismos mensajes, la propagación simultánea de una narrativa en distintos idiomas, o el uso reiterado de argumentos emocionales y extremos. Cuando una historia parece “demasiado perfecta” para confirmar los prejuicios de un grupo, probablemente esté diseñada para hacerlo.

    La detección combina varias disciplinas. Los analistas tecnológicos rastrean la actividad automatizada y los picos de tráfico inusual, mientras los investigadores narrativos analizan los marcos discursivos recurrentes —el pueblo contra la élite, la nación contra el enemigo interno—. Incluso el horario de publicación o el servidor utilizado pueden revelar el país de origen. Pero más allá de la técnica, el elemento decisivo sigue siendo la mirada crítica del ciudadano: la capacidad de detenerse, verificar y preguntarse quién gana con que yo crea esto. Cada lector, periodista o profesor puede convertirse en un eslabón de esa defensa civil. Una sociedad que sabe leer las señales de manipulación se transforma en su propio sistema de alerta temprana. En tiempos de guerra informativa, la vigilancia crítica no es paranoia: es lucidez democrática.

  • Desinformacion,  Seguridad

    DE LOS MEMES A LOS CIBERATAQUES: EL ARSENAL DE LA MANIPULACIÓN MODERNA (2 de 5)

    Las campañas de injerencia extranjera no actúan con una sola táctica. Funcionan como una maquinaria compleja que combina marcos narrativos, manipulación emocional, automatización, falsificaciones audiovisuales y “expertos” fabricados para dar credibilidad. Todo ello bajo una coordinación que convierte el caos aparente de las redes sociales en una sinfonía cuidadosamente dirigida.

    Los ejemplos recientes lo demuestran. En las elecciones estadounidenses de 2016, miles de cuentas vinculadas a la Internet Research Agency difundieron mensajes destinados a acentuar la polarización racial y política. En el referéndum del Brexit, las mismas técnicas se usaron para avivar la desconfianza hacia la Unión Europea. En Asia, redes coordinadas procedentes de China manipulan narrativas sobre Taiwán y Hong Kong, mientras en África y América Latina proliferan medios “independientes” financiados desde el extranjero para moldear la opinión pública local.

    Detrás de estas acciones no hay improvisación, sino estrategia y conocimiento psicológico. Cada imagen viral, cada titular alarmista y cada tuit coordinado forman parte de una arquitectura del engaño que explota las emociones colectivas para obtener ventaja política. Comprender su estructura es el primer paso para romper su eficacia.

  • Desinformacion,  PensamientoCritico

    LA NUEVA GUERRA INVISIBLE: CÓMO SE MANIPULA LA INFORMACIÓN DESDE EL EXTRANJERO (1 de 5)

    En la era digital, la frontera entre guerra y paz se ha vuelto difusa. Ya no hacen falta ejércitos para alterar el rumbo político de un país: basta con controlar los flujos de información que lo atraviesan. La llamada Foreign Information Manipulation and Interference (FIMI) —manipulación e injerencia informativa extranjera— designa el conjunto de acciones deliberadas con las que un Estado o sus actores asociados intentan distorsionar el debate público de otro. A diferencia de la diplomacia, que busca persuadir de manera abierta, la FIMI actúa desde la sombra, oculta su autoría y disfraza la propaganda de opinión ciudadana.

    Estas operaciones recurren a una combinación de técnicas: bots y cuentas falsas para amplificar mensajes, medios pantalla que reproducen narrativas favorables, filtraciones selectivas de datos, ciberataques y el patrocinio encubierto de partidos o grupos de presión. El objetivo no es solo influir, sino dividir, debilitar y deslegitimar. Allí donde la sociedad se fragmenta, la verdad se vuelve difusa y las instituciones pierden autoridad, la manipulación externa encuentra terreno fértil.

    Por eso, hablar hoy de seguridad nacional es hablar también de seguridad informativa. Las guerras del siglo XXI se libran en los servidores, las pantallas y las emociones colectivas. Reconocer este nuevo escenario es el primer paso para comprender que la defensa de la democracia empieza en el espacio digital.

  • Geopolítica

    OCDE: CONOCIMIENTO “TÉCNICO” Y HEGEMONÍA NEOLIBERAL

    La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) funciona como un club selecto de economías avanzadas que convierte preferencias ideológicas en “mejores prácticas” universales. Su prestigio académico y la liturgia del consenso proyectan neutralidad, pero tras esa fachada actúa un mecanismo de estandarización global: pertenecer (o aspirar a pertenecer) al club induce a gobiernos a alinear sus agendas con el paradigma que la organización legitima —competitividad, liberalización y disciplina fiscal— incluso antes de ser miembros.

    El poder real no está en comunicados públicos sino en engranajes de “soft law”: producción de informes que se presentan como conocimiento superior, sistemas de revisión por pares que ejercen presión política sin coerción formal y redes de expertos que, formados en marcos ortodoxos, retornan a sus países como multiplicadores ideológicos. La financiación y el peso de las grandes economías —con EEUU como mayor contribuyente— orientan prioridades y consolidan una Secretaría intensiva en economistas, donde la liberalización se asume como axioma.

    Ese dispositivo se acopla con otras instituciones, amplificando su alcance: guías, estándares y “policy know-how” viajan con condicionalidades de bancos de desarrollo y planes país, trasladando al Sur global un recetario que no siempre calza con sus estructuras productivas. El resultado político-social es visible: flexibilización laboral, privatización de servicios, austeridad pos-2008 y desregulación financiera que socializaron pérdidas y profundizaron desigualdades, también dentro de varios miembros del propio club.

    En términos geopolíticos, la OCDE opera como centro de persuasión que despolitiza decisiones distributivas, presentándolas como inevitables. Reequilibrar exigiría pluralizar los marcos analíticos, someter sus recomendaciones a evaluación independiente ex post (impacto social y productivo, no solo eficiencia), y dotar de voz efectiva a países no miembros afectados por sus estándares. Mientras eso no ocurra, la organización seguirá siendo una palanca de hegemonía ideológica más que un foro neutral de cooperación para el desarrollo.

  • Libertad,  Tecnología

    TECNOLOGÍA AL SERVICIO DE LA PERSONA

    Toda economía, ya sea analógica o digital, debería responder a una única pregunta ética: ¿está al servicio de la persona humana y del bien común? El desarrollo del euro digital y de sistemas de identidad digital solo será legítimo si se subordinan a este principio. No basta con que funcionen; deben respetar la dignidad de cada ser humano, promover la libertad real y fortalecer el tejido social.

    El riesgo no está solo en el control o la vigilancia, sino en la deshumanización: que el ciudadano se convierta en un dato, el pobre en un problema logístico y el bien común en una estadística. Frente a esto, hay que recordar que la persona es más que su huella digital. Tiene conciencia, historia, vínculos, valores. Y todo sistema que ignore esto está condenado a convertirse, más tarde o más temprano, en herramienta de dominación.

    Por eso, la subordinación de la tecnología al bien común no es una opción, sino una exigencia moral. Necesitamos repensar el diseño de nuestras herramientas desde la ética, no desde la eficiencia. Porque una economía digital que no puede garantizar libertad, justicia e inclusión no es un progreso: es una trampa. Y el verdadero futuro está en sistemas que liberen, no que condicionen; que respeten, no que manipulen.

  • Libertad

    TRANSPARENCIA Y SUPERVISIÓN ÉTICA

    Una economía digital justa no puede construirse sobre cajas negras. El desarrollo del euro digital y de sistemas de identidad digital requiere algo más que innovación técnica: necesita una supervisión ética clara, independiente y transparente, que garantice que el poder no se concentre en manos de unos pocos y que los abusos sean prevenidos antes de que ocurran.

    Cuando las reglas del juego las escriben los mismos que gestionan la tecnología, el riesgo de arbitrariedad aumenta. ¿Quién decide qué datos se recogen, quién los ve, con qué fines se usan? ¿Quién audita los algoritmos que programan nuestras monedas, bloquean nuestras cuentas o definen nuestras opciones de consumo? La ética no puede ser solo una declaración de intenciones: debe traducirse en estructuras reales de vigilancia democrática.

    Por eso es necesario que existan organismos autónomos, con participación ciudadana y expertos en derechos fundamentales, que auditen el sistema económico digital. Que la transparencia sea no solo un principio técnico, sino una garantía humana. Porque la confianza en la tecnología no se basa en la fe ciega, sino en la certeza de que hay límites, responsabilidades y mecanismos de corrección. La tecnología debe estar al servicio de la verdad y de la justicia, no de intereses ocultos.

  • Geopolítica

    OMC: CONSENSO COERCITIVO Y CAMISA DE FUERZA COMERCIAL

    La OMC se presenta como árbitro neutral del comercio mundial, pero actúa como el brazo jurídico-comercial de un modelo que prioriza la liberalización indiscriminada. Bajo el “consenso”, las potencias con mayor músculo técnico y económico imponen agendas que los países más pequeños apenas pueden resistir sin quedar fuera del sistema. El resultado es una gobernanza donde las reglas —no discriminación, previsibilidad, apertura— se convierten en límites duros al margen de maniobra para políticas industriales, agrícolas y de servicios orientadas al desarrollo nacional.

    El Mecanismo de Solución de Diferencias consolida esta arquitectura: paneles tecnocráticos pueden anular decisiones democráticas en nombre de los acuerdos, y la regla del consenso negativo hace casi automática su adopción. En la práctica, el sistema disciplina a quienes intentan proteger sectores estratégicos o regular servicios esenciales. La asimetría es patente en la agricultura: mientras se exigía a países en desarrollo abrir y desubsidiar, las grandes economías conservaron fuertes apoyos internos por vías compatibles con las normas, inundando mercados y erosionando capacidades productivas locales.

    El AGCS extendió la lógica al terreno de los servicios, empujando privatizaciones y aperturas en telecomunicaciones, agua, educación o salud, con beneficios para grandes operadores transnacionales. Cuando el formato multilateral se atasca (Doha), las potencias migran a acuerdos bilaterales o regionales más presionantes; y cuando los fallos no les convienen, se bloquean órganos clave (parálisis del sistema de apelación), evidenciando que el “multilateralismo” es condicional al interés de los dominantes.

    Reequilibrar exigiría devolver espacio de política: trato especial y diferenciado vinculante (no decorativo), cláusulas de interés público para servicios esenciales, simetría real en disciplinas sobre subsidios agrícolas e industriales, y salvaguardas para estrategias de desarrollo e industrialización tardía. Sin ese giro, la OMC seguirá operando como camisa de fuerza que estandariza la apertura y traslada riqueza y poder de negociación desde el Sur hacia los campeones del comercio global.

  • Libertad

    INCLUSIÓN Y NO DISCRIMINACIÓN TECNOLÓGICA

    En cualquier transición tecnológica, la primera víctima suele ser el más débil. El paso hacia una economía basada exclusivamente en el euro digital corre el riesgo de excluir a millones de personas que no tienen acceso, habilidades o confianza en el entorno digital. Personas mayores, familias sin conectividad, migrantes, personas con discapacidad o quienes viven en zonas rurales podrían verse marginados no por mala voluntad, sino por diseño.

    Un sistema económico justo no puede permitirse crear ciudadanos de primera y de segunda. Si el dinero físico desaparece, aquellos que no se adapten al nuevo entorno digital podrían quedar fuera de servicios esenciales, de ayudas, de relaciones comerciales básicas. Esto no es solo un problema técnico: es una herida en el corazón de la justicia social. La inclusión no puede ser un añadido, debe estar en el ADN de cualquier política económica digital.

    Desde una perspectiva ética, la tecnología debe estar al servicio del ser humano, no al revés. Eso implica que toda innovación, por muy eficiente que sea, debe garantizar alternativas accesibles y comprensibles para todos. Incluir es más que permitir: es acompañar, formar y adaptar el sistema para que nadie quede fuera. Porque en una sociedad verdaderamente justa, nadie es descartable.

  • Libertad

    LIBERTAD DE USO Y POSESIÓN DEL DINERO: SIN AUTONOMÍA NO HAY JUSTICIA

    Uno de los pilares fundamentales de una economía libre y humana es que las personas puedan poseer y usar su dinero con autonomía. No hablamos solo de la capacidad de gastar, sino del derecho profundo a decidir cómo, cuándo y en qué empleamos nuestros recursos sin que una autoridad central condicione esas decisiones con filtros ideológicos, restricciones arbitrarias o mecanismos de control sutil.

    Con la llegada del euro digital, este principio está en riesgo. Si todo el dinero existe solo en forma digital, y además es programable, podría limitarse su uso según criterios externos: tal subvención solo se puede gastar en ciertos productos; tal ayuda expira si no se usa a tiempo; tal usuario no puede hacer transferencias si no cumple determinados requisitos. Esto transforma el dinero en una herramienta de condicionamiento y erosiona la libertad individual.

    Desde una perspectiva ética y cristiana, el uso responsable del dinero es parte de la libertad moral de la persona. No se puede reducir a un código ni a un algoritmo. La justicia requiere reconocer que el dinero no es del Estado ni de una corporación tecnológica: es del ciudadano. Y solo cuando este tiene la garantía de usarlo según su conciencia, el sistema económico puede decirse verdaderamente justo.

  • Desinformacion

    EL PAPEL DE LOS ALGORITMOS COMO AMPLIFICADORES (5 de 5)

    La relación entre manipulación y desinformación se ve exponencialmente potenciada por los algoritmos de las redes sociales y plataformas digitales. Estos algoritmos no son neutrales; están diseñados para maximizar el engagement (la interacción del usuario), lo cual significa que priorizan contenido que genera reacciones emocionales intensas. Y resulta que la desinformación, por su naturaleza sensacionalista y emocionalmente cargada, genera mucha más interacción que la información sobria y verificada.

    El resultado es un sistema que, aunque no fue diseñado intencionalmente para difundir mentiras, en la práctica funciona como un acelerador de la desinformación y un aliado involuntario de los manipuladores. Quienes diseñan campañas de manipulación han aprendido a explotar estas características algorítmicas, creando contenido específicamente diseñado para engañar a los algoritmos y obtener máxima visibilidad.

    Estos últimos cinco posts proporcionan una comprensión más profunda y matizada de cómo manipulación y desinformación funcionan como un sistema integrado, no como fenómenos aislados.

  • Actualidad,  Economía,  Geopolítica

    A LAS PUERTAS DE LA ISO 20022

    Dentro de unos pocos días el mundo de los bancos cambiará radicalmente. El sistema bancario dejará de utilizar el sistema Swift conocido, para migrar a un sistema de mensajes diferente y universal; se abandona el sistema MT para las transferencias internacionales para pasar al sistema MX, un formato más enriquecido.

    Y, y es lo peor, tokenizable. Es decir, se están dando los pasos previstos de cara a la implementación de las divisas electrónicas, las famosas CBDC.

    Hablo de ellas en una entrega de la serie Preguntas con respuestas que puedes encontrar en la tienda. A efectos prácticos no ocurrirá nada; es más, lo más probable es que no nos enteremos y que todo siga aparentemente igual.

    Pero la ventana de Overton sigue

  • Desinformacion

    LAS ESTRATEGIAS HÍBRIDAS (4 de 5)

    La manipulación informativa contemporánea forma parte de lo que los analistas de seguridad denominan estrategias híbridas: el empleo intencionado y sincronizado de acciones en múltiples dominios (político, económico, social, diplomático, militar e informacional) para aprovechar las vulnerabilidades de un oponente y coaccionar su toma de decisiones.

    El componente informacional no es un añadido superficial, sino una pieza central de estas operaciones.

    Dos estrategias híbridas son particularmente relevantes para entender la relación entre manipulación y desinformación. La primera es el respaldo a actores políticos antisistema en la política interna del país rival, mediante apoyo mediático y operaciones de influencia diseñadas para agudizar divisiones preexistentes y erosionar la legitimidad de las instituciones democráticas. La segunda es la creación de un ciclo informativo ininterrumpido de 24 horas que genera una urgencia artificial del presente, dificultando la reflexión pausada y favoreciendo las reacciones emocionales.

  • Desinformacion

    EL ECOSISTEMA DE ACTORES DESINFORMADORES (3 de 5)

    Para comprender cabalmente la simbiosis entre manipulación y desinformación, debemos identificar quiénes son los actores que las implementan y qué motivaciones los impulsan. Existen por lo menos cuatro categorías principales de actores amenazantes, cada uno con objetivos distintos pero frecuentemente superpuestos:

    Los gobiernos extranjeros utilizan la manipulación de información como herramienta geopolítica para influir en los resultados electorales de países estratégicamente importantes, promover sus intereses nacionales o moldear la percepción pública internacional sobre su régimen. Operan tanto de manera encubierta (mediante cuentas falsas, bots, trolls organizados) como abierta (a través de medios de comunicación respaldados por el Estado). Rusia y China aparecen consistentemente como los casos paradigmáticos de Estados que han desarrollado maquinarias sofisticadas de manipulación informativa.

    Los gobiernos nacionales también emplean estas tácticas para influir en las actitudes públicas internas y reprimir a grupos disidentes o minoritarios. Estas estrategias de represión pueden incluir difundir desinformación sobre procesos democráticos básicos (cómo y dónde votar, qué derechos tienen los ciudadanos), fomentar odio y polarización contra grupos específicos, o silenciar mediante intimidación a voces críticas.

    Los actores políticos y las campañas electorales participan en manipulación informativa con el objetivo pragmático de ganar elecciones. Su enfoque es generalmente más táctico y cortoplacista, pero no por ello menos dañino para el ecosistema informativo.

    Las industrias comerciales y agencias de relaciones públicas movidas por incentivos económicos producen contenido manipulador simplemente porque genera ingresos mediante la viralización y la colocación de anuncios publicitarios. Este actor es particularmente insidioso porque no tiene motivación ideológica; la desinformación es simplemente un modelo de negocio rentable.

    Lo verdaderamente preocupante es que estos actores no operan en compartimentos estancos; con frecuencia, un actor estatal extranjero amplifica contenido producido por grupos de odio nacionales o teorías de conspiración generadas espontáneamente, creando una sinergia donde resulta imposible determinar dónde termina la operación organizada y dónde comienza la reacción social orgánica.

  • Geopolítica

    BANCO MUNDIAL: DESARROLLO CONDICIONADO Y ARQUITECTURA DE DEPENDENCIA

    Presentado como motor del “desarrollo”, el Banco Mundial replica la anatomía de poder del FMI: voto ponderado, silla asegurada para los grandes accionistas y una presidencia tradicionalmente estadounidense. Desde Washington —y en sincronía con el FMI— fija el marco de juego: los cinco principales accionistas pueden coordinar posiciones y orientar préstamos, políticas y presupuestos país. La fachada cooperativa encubre una gobernanza oligárquica que traduce poder financiero en poder normativo.

    Su influencia no se limita a financiar obras. A través de sus instrumentos (IPF, PforR y DPF) interviene en reglas, marcos regulatorios y diseños administrativos, empaquetando agendas como “mejores prácticas”. Privatizaciones, liberalización, integración en cadenas globales y reformas institucionales se vuelven requisitos técnicos más que opciones políticas, con frecuencia abriendo mercados y contratos a corporaciones del Norte Global. Bajo la etiqueta de “sostenible”, promueve esquemas de mercantilización ambiental (p. ej., mercados de carbono) que trasladan costos al Sur mientras aseguran nuevos nichos financieros.

    Los resultados son ambivalentes: sí, se levantan carreteras, hospitales o redes de agua; pero a menudo acompañados de dependencias tecnológicas y financieras, debilitamiento de capacidades locales y deterioro del tejido productivo (especialmente agrícola) por liberalizaciones que desplazan a pequeños productores. La simbiosis con el FMI cierra el círculo: disciplina macro de corto plazo y moldeamiento “desarrollista” de largo plazo, con acceso a financiamiento y cooperación condicionado al cumplimiento del mismo guion.

    La creciente búsqueda de alternativas (AIIB, NDB de los BRICS, fondos soberanos, swaps) muestra que, cuando hay opciones sin condicionalidad política, muchos países las prefieren. Reequilibrar exigiría rediseñar la gobernanza (menos veto de facto, más representación del Sur), condicionalidad con salvaguardas sociales y productivas, compras y contenido local como regla, y evaluación ex post independiente y pública de impactos reales. Sin ese giro, el Banco Mundial seguirá operando más como arquitecto de dependencia que como aliado de un desarrollo genuinamente autónomo.

  • Desinformacion

    LA ARQUITECTURA DE LA MANIPULACIÓN INFORMATIVA  (2 de 5)

    La relación entre manipulación y desinformación no es casual ni espontánea; responde a una arquitectura estratégica deliberada que los expertos en seguridad nacional han denominado FIMI (Foreign Information Manipulation and Interference). Este concepto designa patrones de comportamiento coordinados e intencionales desarrollados específicamente en el dominio informativo para manipular la realidad percibida por la ciudadanía.

    Lo crucial es entender que estas campañas no necesariamente contienen noticias falsas en el sentido tradicional; su poder radica en distorsionar la realidad mediante contenido manipulado que mezcla verdades parciales, contextos alterados y énfasis selectivos para erosionar la estabilidad de los Estados y de sus instituciones democráticas.

    Las campañas de desinformación contemporáneas se caracterizan por su uso sistemático de la polarización, el lenguaje emocional y sensacionalista, y el discurso del miedo y del odio como herramientas para debilitar la confianza institucional. No se limitan a períodos electorales, aunque ciertamente se intensifican durante elecciones; operan de manera continua y sostenida con objetivos a largo plazo. Su finalidad última es corromper el debate público hasta el punto de que la ciudadanía pierda la capacidad de distinguir entre información fiable y propaganda.

  • Desinformacion

    LA DIFERENCIA ENTRE DESINFORMACIÓN, MISINFORMACIÓN Y MALINFORMACIÓN (1 de 5)

    Aunque usamos frecuentemente estos términos de manera intercambiable, existen distinciones conceptuales importantes que afectan a cómo entendemos la manipulación:

    Misinformación es información falsa, inexacta o engañosa difundida sin intención de engañar. Puede ser simplemente un error honesto o negligencia.

    Desinformación es la creación, distribución o amplificación deliberada de información falsa con la intención específica de engañar y causar daño.

    Malinformación toma información veraz o fáctica y la convierte en un arma para la persuasión manipuladora. Un ejemplo paradigmático son las operaciones de «hackeo y filtración», donde mensajes privados legítimos se comparten públicamente fuera de contexto con el objetivo de socavar a un adversario político.

    Esta distinción es crucial porque una persona puede ser simultáneamente víctima de desinformación y difusor de misinformación: cree de buena fe la mentira que le han contado y la comparte con otros, convirtiéndose en un eslabón inconsciente de la cadena manipuladora.

  • Derechos,  Derechos Humanos,  Poder Global

    CUANDO EL DINERO DICTA LA MORAL: LA INFLUENCIA DE LAS GRANDES FUNDACIONES

    ¿Es posible que los derechos humanos estén siendo reescritos por intereses económicos? En mí opinión sí. Informes recientes demuestran que numerosos jueces del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y expertos de la ONU han recibido financiación directa de fundaciones privadas como Open Society. Esta financiación afecta su independencia y orienta sus decisiones hacia agendas ideológicas concretas.

    El problema no es solo ético, sino estructural. Las instituciones que deberían proteger a los débiles están siendo usadas para imponer visiones del mundo que muchas veces chocan con las convicciones mayoritarias de las poblaciones.

    La pregunta ya no es si los derechos humanos están en crisis, sino si podrán ser rescatados de manos de quienes los instrumentalizan para transformar, desde arriba, el tejido moral de nuestras sociedades.

  • Derechos,  Derechos Humanos,  Poder Global

    GOBERNANZA MUNDIAL O INGENIERÍA SOCIAL: EL ROL OCULTO DE LAS ONG

    Otro fenómeno inquietante es el paso de las ONG de actores benéficos a agentes de transformación política a escala global. Muchas de ellas, respaldadas por fundaciones multimillonarias, actúan con mayor eficacia que los Estados, sin controles democráticos ni rendición de cuentas.

    Lejos de limitarse a tareas humanitarias, muchas ONG influyen en las definiciones de derechos humanos, en políticas públicas y en resoluciones internacionales. Su agenda responde a una visión ultraliberal y globalista que impone cambios sociales profundos sin legitimidad popular.

    La democracia, si quiere sobrevivir, debe recuperar el control sobre las decisiones clave. No podemos delegar en actores privados cuestiones que afectan a la moral pública, la identidad nacional y la vida humana misma.

  • Derechos,  Derechos Humanos,  Poder Global

    ¿QUIÉN MANDA REALMENTE? LA PRIVATIZACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

    Es un hecho poco conocido –y menos aún comentado en medios de comunicación-: muchas instituciones internacionales están siendo capturadas por intereses privados. Grandes fundaciones como Open Society o la Fundación Gates financian expertos de la ONU y otros organismos supuestamente imparciales. El resultado es una distorsión ideológica del discurso de los derechos humanos.

    Cuando quienes definen lo que es un derecho no responden ante los ciudadanos, sino ante sus financiadores, se produce una peligrosa privatización del poder político. Y no se trata solo de financiación: es una colonización ideológica, en la que los valores globalistas se imponen como verdades universales.

    Este fenómeno exige una nueva vigilancia cívica. Si no se detiene, los derechos humanos dejarán de ser una conquista de los pueblos para convertirse en una herramienta del poder globalizado.

  • Geopolítica

    FMI: LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL RESCATE

    El FMI se presenta como el engranaje multilateral de la estabilidad financiera, pero su arquitectura concentra el poder real en pocas manos. La Junta de Gobernadores funciona como fachada representativa, mientras el Directorio Ejecutivo —apenas un puñado de sillas— decide el día a día. El sistema de cuotas lo vertebra todo (aportes, acceso a recursos, poder de voto), consolidando una representación sobredimensionada del Norte Global y un poder de bloqueo de facto para las principales potencias. El resultado: una gobernanza oligárquica con apariencia universal.

    La influencia del Fondo se ejerce a través de la condicionalidad: programas que exigen reformas fiscales, monetarias y regulatorias alineadas con el conocido consenso de Washington. Lo que se presenta como “técnico” es profundamente político: privatizaciones, liberalización financiera y disciplina fiscal priorizan la estabilidad de acreedores y mercados sobre el tejido productivo y social de los países deudores. La ubicación, redes y cultura económica dominante del organismo refuerzan ese sesgo: recomendaciones empaquetadas como neutralidad experta que despolitizan decisiones de alto impacto distributivo.

    En las crisis, la pauta se repite: protección del sistema financiero y socialización de pérdidas, con el coste trasladado a salarios, empleo y servicios públicos. La condicionalidad del FMI, además, actúa como puerta de acceso (o cierre) a otros flujos de financiación, multiplicando su capacidad de presión. La infrarrepresentación del Sur Global, la inercia en las reformas de cuotas y la selección de liderazgos consolidan un statu quo que se resiste a reflejar la nueva realidad económica. No es casual que varios países exploren alternativas (acuerdos de swaps, bancos de desarrollo regionales, BRICS) para escapar de esa camisa de fuerza.

    Reequilibrar el tablero exigiría rediseñar la gobernanza (desacoplar voto de aportes, limitar vetos), introducir cláusulas sociales mínimas en la condicionalidad, compartir cargas con los acreedores privados (bail-ins), abrir los modelos y supuestos a escrutinio independiente y garantizar evaluación ex post de impactos reales. Mientras eso no ocurra, el FMI seguirá operando menos como garante de estabilidad global y más como herramienta de disciplina macroeconómica al servicio de quienes ya mandan en el sistema.

  • Derechos,  Derechos Humanos,  Poder Global

    MARITAIN Y HUXLEY: LA RAÍZ FILOSÓFICA DE LOS NUEVOS DERECHOS

    La tensión entre la visión encarnada de Maritain y la visión evolucionista de Huxley no se limita al plano teórico, sino que tiene consecuencias directas en la formulación y aplicación de los derechos humanos. El enfoque de Huxley ha facilitado la expansión de «nuevos derechos» que no están arraigados en la naturaleza humana, sino en la voluntad y el deseo.

    Así, se pasa del derecho a la vida al derecho a abortar; del derecho a la integridad corporal al derecho a modificar el cuerpo. Bajo la lógica de Huxley, los derechos humanos se convierten en instrumentos de autoafirmación, desvinculados del orden natural. En cambio, la visión de Maritain exige límites y reconoce que no todo deseo puede traducirse en derecho.

    La elección entre estas dos visiones no es neutral. Define si los derechos humanos serán una protección de la dignidad objetiva del ser humano o una herramienta de ingeniería social al servicio de ideologías dominantes.

  • Derechos,  Derechos Humanos,  Poder Global

    LA DEMOCRACIA TECNOCRÁTICA: ¿GOBIERNO DEL PUEBLO O DE LOS EXPERTOS?

    Asistimos a una transformación profunda en las democracias occidentales: el creciente protagonismo de organismos supranacionales y no electos frente al poder de los representantes legítimos. En nombre de una supuesta neutralidad racional, se ha desplazado el poder desde el pueblo hacia élites de expertos que no rinden cuentas ante nadie.

    Esta “democracia tecnocrática” no solo margina la voluntad popular, sino que introduce una nueva forma de clericalismo ideológico: el del experto ilustrado. Y como señalan numerosos filósofos y politólogos, este modelo no es políticamente neutro. Está impregnado de una visión individualista y progresista, ajena a los bienes comunes y a los valores inmateriales como la identidad cultural o la moral compartida.

    Recuperar el valor del bien común y la legitimidad de los políticos electos frente al dominio de las tecnocracias supranacionales es una tarea urgente si queremos salvaguardar una democracia real.

  • Derechos,  Derechos Humanos,  Poder Global

    ¿DERECHO A PROSTITUIRSE O DIGNIDAD DEL CUERPO? LA BATALLA JURÍDICA DE NUESTRO TIEMPO

    Uno de los ejemplos más poderosos para ilustrar la confrontación de paradigmas es el caso de la prostitución. ¿Es un derecho humano ofrecer el cuerpo como mercancía? Para algunos, sí: la libertad individual y la autodeterminación justifican esa práctica. Para otros, esto atenta contra el principio jurídico clásico de la «indisponibilidad del cuerpo humano».

    Este principio, heredero del derecho natural, afirma que el cuerpo no puede ser tratado como una propiedad vendible. Protegerlo no es paternalismo, sino reconocimiento de su dignidad inseparable de la persona. La batalla cultural en torno a la prostitución, la gestación subrogada o la eutanasia no es, en el fondo, sobre prácticas concretas, sino sobre la visión del cuerpo humano.

    ¿Es el cuerpo una posesión o parte esencial de nuestro ser? La respuesta a esta pregunta define el rumbo ético y jurídico de nuestras sociedades.

  • Derechos,  Derechos Humanos,  Poder Global

    MARITAIN Y HUXLEY: DOS VISIONES DEL HOMBRE EN LA BASE DEL MUNDO MODERNO

    Grégor Puppinck describe con agudeza el contraste entre Jacques Maritain y Julian Huxley, dos figuras clave en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Mientras Maritain partía de una visión personalista y cristiana del ser humano, creado con dignidad intrínseca, Huxley defendía una visión materialista, evolucionista y centrada en la voluntad como motor del progreso.

    Según Puppinck, esta diferencia no es anecdótica: determina toda la arquitectura de los derechos humanos modernos. En la visión de Maritain, la dignidad del ser humano no se gana ni se pierde: está inscrita en su misma naturaleza. Para Huxley, en cambio, la dignidad es el resultado de un proceso de evolución, ligada a la inteligencia y la fuerza de voluntad.

    Este antagonismo filosófico explica muchas tensiones actuales: entre el derecho natural y el subjetivismo jurídico, entre el bien común y la autonomía radical, entre la dignidad recibida y la autoafirmación. Recuperar la visión de Maritain no es nostalgia: es un acto de resistencia frente a la disolución del hombre.

  • Derechos,  Derechos Humanos,  Poder Global

    ¿QUÉ SIGNIFICA SER HUMANO?

    Esta pregunta está relacionada con un aspecto fundamental de la crisis contemporánea de los derechos humanos: la falta de consenso sobre qué es el ser humano. La dificultad no está en identificar los derechos, sino en comprender la naturaleza humana. ¿Somos cuerpo y alma con una dignidad intrínseca o individuos autónomos cuya voluntad se impone sobre la carne? Esta pregunta, aparentemente filosófica, tiene consecuencias jurídicas y políticas muy concretas.

    Desde el aborto hasta la eutanasia, la gestación subrogada o el transgenerismo, la raíz de muchos debates no está en los derechos específicos, sino en la visión del ser humano que se adopta. La llamada «dignidad encarnada», que reconoce una unidad entre cuerpo, alma y persona, se enfrenta a una «dignidad desencarnada», donde el yo es autónomo respecto de su cuerpo. Dos antropologías, dos paradigmas, dos civilizaciones en pugna.

    Y esta pugna no es teórica. Está presente en nuestras leyes, en los tribunales, en las aulas y en la cultura popular. Comprender este conflicto antropológico es, quizás, el primer paso para rescatar los derechos humanos de su actual deriva ideológica.

  • Geopolítica

    PMA: DEL SOCORRO VITAL A LA PALANCA GEOPOLÍTICA DEL HAMBRE

    El PMA (Programa Mundial de Alimentos) es, a la vez, un salvavidas y un actor de poder. Nacido como programa experimental y convertido en la mayor organización humanitaria del planeta, su capacidad logística salva millones de vidas en sequías, guerras o catástrofes. Pero su arquitectura de gobernanza —dependencia total de aportes voluntarios y agenda modulada por grandes donantes— traslada el centro de decisiones fuera de cualquier control democrático real. Quien financia condiciona dónde, cómo y con qué criterios se distribuye la ayuda, y puede usarla como instrumento de política exterior.

    La escala de intervención (más de 150 millones de personas atendidas) otorga al PMA una influencia que rivaliza con bancos de desarrollo: marcos regulatorios, procedimientos y diseños de distribución se ajustan a estándares externos, a menudo por encima de capacidades locales. La transición a transferencias monetarias masivas añade otra capa: no solo alivian urgencias, también reconfiguran economías domésticas, patrones de consumo y estructuras familiares —frecuentemente focalizadas en mujeres como titulares— conforme a modelos “óptimos” definidos desde fuera. El resultado puede ser doble: eficiencia inmediata, pero también homogeneización social.

    El coste oculto aparece en el medio y largo plazo. La ayuda alimentaria sostenida puede erosionar mercados locales y desincentivar la producción agrícola, como ilustra Haití; en conflictos, la logística humanitaria llega a coordinarse con dispositivos militares, y los “alimentos por trabajo” rozan la instrumentalización económica de poblaciones vulnerables. A esto se suman riesgos sistémicos: recortes bruscos de donaciones, desvíos y fraude en entornos de débil control, y la alineación creciente con FMI/Banco Mundial que convierte la asistencia en palanca de condicionalidad económica.

    Reequilibrar este modelo exige anclar la emergencia a estrategias de salida: compras locales y regionales que fortalezcan productores, cláusulas “anti-dependencia” con plazos y metas medibles, trazabilidad pública en tiempo real de fondos y beneficiarios, auditorías con participación comunitaria, y cortafuegos frente a usos militares o políticos de la cadena alimentaria. Sin estos contrapesos, el PMA seguirá salvando vidas hoy mientras consolida mañana un ecosistema de dependencia que deja la seguridad alimentaria en manos de agendas externas.

  • Sociedad

    RESPONSABILIDAD COMPARTIDA: LA ADAPTACIÓN DE LOS MIGRANTES Y LA COMUNIDAD DE ACOGIDA (6 de 6)

    La convivencia pacífica no depende únicamente de la actitud de la sociedad que recibe a los migrantes. Las personas que llegan también deben poner de su parte para ajustarse a los valores y normas del país de destino. Este ejercicio de adaptación no significa renunciar a su identidad ni renegar de sus raíces culturales, sino encontrar un equilibrio entre el respeto a las costumbres propias y la consideración de las reglas de convivencia establecidas en la nueva sociedad.

    Es cierto que muchos se han visto forzados a emigrar debido a circunstancias económicas, políticas o sociales que, en algunos casos, guardan relación con determinadas costumbres en sus países de origen. Por ello, la búsqueda de mejores condiciones de vida implica comprender que un cambio de contexto también conlleva exigencias distintas. El reto, entonces, radica en saber discernir qué prácticas se pueden mantener sin perjuicio de la comunidad de acogida, y cuáles deben ajustarse para no generar tensiones innecesarias.

    Para terminar este ciclo de entradas, quiero subrayar la importancia de una adaptación recíproca. El Estado y sus instituciones han de favorecer la inclusión y la no discriminación, a la vez que los recién llegados deben comprometerse con la legalidad y la cohesión social. El objetivo es, en última instancia, lograr una integración real, en la que ni el país receptor se sienta obligado a renunciar a sus principios básicos, ni los migrantes pierdan el derecho a expresar su identidad de manera compatible con la vida en común.