La diferencia entre heurísticas cognitivas y sesgos es sutil pero muy importante. Ambos conceptos están relacionados con cómo el cerebro simplifica el procesamiento de la información, pero no son lo mismo.
Las heurísticas son atajos mentales o estrategias rápidas que el cerebro utiliza para tomar decisiones sin tener que procesar toda la información disponible. Son útiles y adaptativas: nos permiten decidir en situaciones de incertidumbre o con poco tiempo.
Por ejemplo, si no conoces bien una ciudad, puedes entrar en el restaurante que ves más lleno pensando que es mejor (heurística de popularidad).
Las heurísticas son neutras por naturaleza: a veces nos ayudan, a veces nos engañan.
Los sesgos, en cambio, son errores sistemáticos de pensamiento que se derivan muchas veces del uso de heurísticas, pero también de emociones, prejuicios o estructuras mentales adquiridas.
Por ejemplo, si crees que “todos los políticos son corruptos”, tenderás a ignorar cualquier evidencia en contra (sesgo de confirmación).
Los sesgos son desviaciones del razonamiento objetivo, que nos alejan de un juicio equilibrado.
En definitiva, las heurísticas son como herramientas automáticas que el cerebro usa para ahorrar energía, mientras que los sesgos aparecen cuando esas herramientas nos llevan a conclusiones erróneas de forma sistemática.
La heurística es la técnica, el sesgo es el posible error al usarla.