Uno de los principales obstáculos para un análisis efectivo es el sesgo de confirmación. Tendemos a creer en aquello que encaja con nuestras creencias preestablecidas, lo que dificulta la capacidad de discernir la verdad. Por eso, es crucial no solo buscar información, sino también cuestionar su origen y fiabilidad. ¿Quién está detrás de los datos que consumimos? ¿Qué intereses pueden estar defendiendo?
Tomemos como ejemplo un estudio que afirma que solo el 14% de los españoles es capaz de analizar la veracidad de una noticia. Aunque el dato puede parecer alarmante, es importante no aceptarlo ciegamente. Analizar las fuentes, cuestionar las cifras y estar atentos a nuestros propios sesgos son pasos esenciales para no caer en la trampa de la desinformación.