• Sociedad

    UNIVERSALIDAD SIN FIRMA

    Uno de los aportes más sugerentes de Svetelj es la idea de una “universalidad sin firma”: un proceso en el que las culturas se reconocen, se corrigen y se transforman mutuamente sin que ninguna reclame la patente de lo universal.

    Para alcanzarla, explica Svetelj, es imprescindible la contextualización: asumir que todo pensamiento brota de un lugar y un tiempo concretos. Solo cuando compartimos contextos—trabajamos, celebramos y sufrimos juntos—podemos construir nociones comunes que no sean abstracciones vacías ni dispositivos de dominio cultural.

    Esta universalidad relacional rompe con la jerarquía implícita del globalismo, donde unas culturas se erigen en modelo y otras quedan relegadas al “atraso”. Al contrario, cada micro-universo aporta un matiz indispensable al macro-universo humano, y el bien común se teje en la interacción horizontal de esas diferencias.

    El horizonte resultante no es el de una síntesis homogénea, sino el de una polifonía en la que lo compartido surge precisamente porque nadie puede apropiárselo en nombre propio.