• Geopolítica

    OMS: PODER SANITARIO SIN CONTRAPESOS

    La OMS funciona con una asimetría de origen: menos de una quinta parte de su presupuesto proviene de cuotas obligatorias controladas por los Estados; el resto son aportes “voluntarios” de gobiernos, fundaciones y alianzas público-privadas. Esa arquitectura invierte la lógica democrática: quien financia de forma discrecional orienta prioridades, ritmos y temas, y puede retirar fondos si la agenda no encaja con sus intereses. En la práctica, grandes donantes privados y partenariados del ecosistema farmacéutico han ganado un peso que supera al de la mayoría de países miembro.

    Ese poder se traduce en capacidad de condicionar políticas nacionales bajo el ropaje de recomendaciones “técnicas”. La pandemia amplificó el fenómeno: medidas de confinamiento, mascarillas, distancias y calendarios vacunales se implementaron como mandatos incuestionables. Ahora, el “Acuerdo sobre Pandemias” consolida marcos vinculantes y una coordinación con FMI y Banco Mundial que puede activar condicionalidad financiera: salud pública convertida en palanca de gobernanza global. Paralelamente, la creación de mecanismos como GAVI, Fondo Mundial, CEPI o COVAX —con fuerte impronta de la industria— permite operar fuera del control directo de la OMS, pero con su sello de legitimidad.

    El resultado geopolítico ha sido especialmente duro para el Sur global: economías informales devastadas por cierres prolongados, dependencia de compras centralizadas y barreras de propiedad intelectual que frenaron la producción local. La narrativa “única” sobre estrategias y orígenes, sumada a la descalificación de debates científicos legítimos, estrechó el pluralismo crítico necesario en una crisis de alta incertidumbre. A esto se añaden tensiones de la propia descentralización (como en la OPS), donde agendas regionales y presiones de financiadores erosionan la coherencia global.

    Si la OMS aspira a recuperar legitimidad, necesita reequilibrar su gobierno: elevar el peso de las cuotas no condicionadas, publicar contratos y beneficiarios finales en tiempo real, levantar cortafuegos entre donación privada y fijación de agenda, garantizar auditorías de impacto independientes con datos abiertos y proteger el disenso científico como bien público. Sin esos contrapesos, la salud global seguirá orbitando alrededor de chequeras y no de parlamentos.

  • Globalización

    EL IMPACTO ECONÓMICO DE LA PANDEMIA: ¿HACIA UNA DESGLOBALIZACIÓN? (2)

    La llegada del COVID-19 provocó un shock sin precedentes en la economía mundial, afectando drásticamente al comercio y la inversión global. Según estimaciones de la OMC y la UNCTAD, el comercio internacional podría contraerse entre un 7% y un 9% en 2020, con un impacto particularmente fuerte en sectores como la energía, que registraría una caída del 25%. A esto se suma un desplome del 23% en el comercio de servicios, impulsado por la paralización del turismo y el transporte internacional.

    El flujo de inversiones extranjeras directas también ha sufrido un golpe considerable. La UNCTAD estima una caída del 40% en los flujos de inversión en 2020, lo que equivale a una contracción del 11,7% en el stock de inversiones globales. Estos números superan con creces el impacto registrado durante la crisis de 2008 y dibujan un escenario de «desglobalización económica» de difícil recuperación a corto plazo.

    La pandemia no solo ha agudizado las debilidades del sistema económico global, sino que ha puesto en evidencia la necesidad de diversificar las cadenas de valor y adaptarse a una realidad donde el comercio digital gana protagonismo frente a los intercambios tradicionales.

    (datos estadísticos proporcionados por el Real Instituto Elcano)

  • Globalización

    LA GLOBALIZACIÓN ANTES DEL COVID-19: UN FRENO SILENCIOSO (1)

    Esta semana dedicaremos cuatro entradas a hablar de globalización, y en concreto en aspectos relacionados con la pandemia del año 2020.

    Antes de la pandemia, la globalización ya mostraba signos de ralentización. Según el Índice Elcano de Presencia Global, entre 1990 y 2019 la globalización atravesó distintas etapas: desde un período de crecimiento económico intenso hasta una fase post-crisis de 2008 marcada por un estancamiento moderado. En esta última etapa, la globalización «blanda», es decir, el intercambio cultural, educativo y tecnológico, asumió el protagonismo frente a la económica y la militar.

    Sin embargo, el auge de nuevas políticas proteccionistas, como las impulsadas por la primera administración Trump, impactó en las inversiones internacionales, provocando incluso un descenso del -2,6% en la presencia global agregada en el último año registrado. Así, el mundo entró en una fase de globalización más lenta y heterogénea, donde lo «blando» ganaba peso y la economía se desaceleraba.

    Esta fotografía del período pre-pandémico sugiere que la globalización no se revirtió, pero sí cambió. Las bases económicas se estancaron, mientras que el auge de lo digital y lo cultural comenzaba a marcar un rumbo hacia nuevas formas de interacción global.