• Educación

    APRENDER A APRENDER: EL PAPEL CLAVE DE LA METACOGNICIÓN

    Muchos estudiantes llegan a la universidad con buenos hábitos de asistencia y estudio, pero sin una verdadera conciencia de cómo aprenden. La diferencia no radica en el esfuerzo, sino en la capacidad de reflexionar sobre lo que se comprende, detectar dudas y planificar estrategias de mejora. Esta capacidad, conocida como metacognición, es la que permite “aprender a aprender”: supervisar la propia comprensión, identificar confusiones y decidir cómo resolverlas.

    Lejos de ser una habilidad espontánea, la metacognición requiere guía y práctica. No basta con acumular horas de estudio ni con volver a leer los textos; lo decisivo es cuestionarse: ¿qué entiendo de verdad?, ¿qué me resulta confuso?, ¿qué estrategia puedo cambiar? Quienes integran estos hábitos piensan de forma más flexible y profunda, y su aprendizaje es más duradero.

    Promover la metacognición no es una tarea secundaria: es formar a los estudiantes para que sean aprendices autónomos de por vida. En un mundo donde la información se renueva constantemente, esta competencia es tan esencial como el propio contenido de las asignaturas.

  • Libertad

    LIBERTARISMO: UNA FILOSOFÍA QUE PRIORIZA LA AUTONOMÍA INDIVIDUAL

    El libertarismo es una filosofía política que coloca la libertad individual como el valor supremo. En este enfoque, el papel del Estado debe ser mínimo, limitándose a la protección de la seguridad, la defensa y la justicia, y evitando interferir en otros aspectos de la vida de los ciudadanos, como la economía o las decisiones personales. Los libertarios creen que cada individuo debe ser libre para actuar conforme a sus propios intereses y deseos, siempre que sus acciones no perjudiquen a los demás. Este modelo valora la autonomía y la libertad de elección como principios fundamentales de la vida humana.

    Sin embargo, es importante reconocer que el libertarismo no es la misma cosa que la libertad en un sentido más amplio. Si bien promueve una visión de autonomía individual, tiende a reducir las dimensiones sociales y comunitarias de la libertad, enfocándose en el individuo como un ente aislado. En este sentido, aunque el libertarismo defiende la libertad como un derecho fundamental, no siempre se alinea con una visión integral de la libertad que considere la responsabilidad colectiva y el bienestar común, lo que lo hace diferente de otras concepciones más equilibradas de la libertad.