Benedicto XVI escribió que el cristianismo no es un gran almacén que deba adaptar su propaganda al gusto y al humor del público, a fin de despachar una mercancía que los clientes no quieren ni tampoco precisan. Por desgracia, este modo de proceder no es infrecuente.
Lo “propiamente cristiano” es accesible a todas las personas que quieran buscarlo: la actitud de búsqueda se puede ver simplificada por los medios que se ponen a nuestra disposición, un poco como ocurre en internet. De nada sirve el mejor buscador del mundo si no estamos buscando nada. El buscador nos puede proporcionar la información que necesitamos de una manera más o menos cautivadora, pero sin perder de vista lo que es verdaderamente cristiano.