Sociedad

DE LA COEXISTENCIA A LA CONVIVIALIDAD: MÁS ALLÁ DEL SIMPLE “VIVIR JUNTOS”

Para Tony Svetelj, retomando a Raúl Fornet-Betancourt, la convivencia no puede quedarse en el dato pasivo de que distintas culturas “co-existen” en un mismo espacio. La filosofía de la interculturalidad propone un paso cualitativo: la convivialidad, un modo de relacionarnos que añade al mínimo de justicia algo “gratificante”, un plus ético que convierte la diferencia en oportunidad de cuidado mutuo.

Ese tránsito obliga a revisar el individualismo arraigado en las sociedades occidentales; no basta reconocer que estamos conectados—hay que preguntarse cómo damos sentido a esa conexión en el plano personal e institucional. La convivialidad exige actitudes activas de hospitalidad, reconocimiento y reciprocidad, capaces de contrarrestar la lógica contractual que domina la globalización neoliberal.

En la práctica, esto implica diseñar políticas que ofrezcan condiciones materiales para todas las culturas y, al mismo tiempo, fomenten espacios de diálogo donde las diferencias puedan expresarse sin quedar relegadas a guetos simbólicos. Solo así la pluralidad deja de ser una mera tolerancia resignada y se transforma en fuente de aprendizaje recíproco.

La convivialidad no pretende borrar los conflictos; los asume como motor de transformación compartida. Su apuesta es que, al crear “algo bueno para la coexistencia”, cada tradición descubra una versión más plena de sí misma en el encuentro con las demás.