¿Es posible que los derechos humanos estén siendo reescritos por intereses económicos? En mí opinión sí. Informes recientes demuestran que numerosos jueces del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y expertos de la ONU han recibido financiación directa de fundaciones privadas como Open Society. Esta financiación afecta su independencia y orienta sus decisiones hacia agendas ideológicas concretas.
El problema no es solo ético, sino estructural. Las instituciones que deberían proteger a los débiles están siendo usadas para imponer visiones del mundo que muchas veces chocan con las convicciones mayoritarias de las poblaciones.
La pregunta ya no es si los derechos humanos están en crisis, sino si podrán ser rescatados de manos de quienes los instrumentalizan para transformar, desde arriba, el tejido moral de nuestras sociedades.