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    HACIA UNA CONVIVENCIA INCLUSIVA: PERSPECTIVAS DE FUTURO (5 de 6)

    El futuro de la gestión migratoria en un Estado laico pasa por entender la migración no solo como un desafío, sino también como una oportunidad para renovar los valores democráticos. El aumento de la diversidad religiosa y cultural puede enriquecer la sociedad, siempre que exista un compromiso real con el respeto y la cooperación.

    En esta línea, la laicidad no debe confundirse con hostilidad hacia las expresiones de fe. Al contrario, puede volverse aliada de la pluralidad, propiciando que ninguna confesión imponga su visión, y que ninguna sea excluida de la esfera pública. Desde esta perspectiva, se alienta a los organismos gubernamentales a colaborar con comunidades religiosas y civiles, aprovechando sus redes de apoyo y conocimiento del terreno.

    Por último, quiero hacer un llamado a reforzar la educación en valores, de modo que la ciudadanía reconozca en los migrantes a sujetos de derechos y portadores de una riqueza cultural y espiritual. De ello depende la construcción de una sociedad más justa y cohesionada, capaz de afrontar con solidez los retos de un mundo cada vez más complejo y globalizado.