Seguridad

UNA LECCIÓN REPETIDA: REPRESIÓN QUE ALIMENTA INSURGENCIAS

De la Irlanda de los años setenta a las montañas de Afganistán y los suburbios de Oriente Medio, la película se repite con distintos protagonistas. Un atentado atroz, un gobierno que responde con mano dura y, pocos meses después, un movimiento insurgente que presume de voluntarios. El guion incluye siempre un capítulo de abusos: internamientos masivos, pueblos arrasados, checkpoints que humillan a diario.

En Irlanda del Norte, el internamiento sin juicio convirtió a los cuarteles en paritorios de milicianos. En Argelia, las ejecuciones sumarias soldaron la alianza entre la población rural y la guerrilla independentista. Décadas más tarde, las prisiones clandestinas y los bombardeos indiscriminados proporcionaron a la yihad global las imágenes de agravio necesarias para reclutar en internet.

Estos precedentes recuerdan que las acciones de seguridad no ocurren en el vacío: cada bala perdida tiene un destinatario simbólico que multiplicará su impacto en redes sociales y discursos de odio. Ignorar la dimensión histórica es repetirla. Por eso, cualquier estrategia antiterrorista lúcida empieza revisando qué funcionó… y, sobre todo, qué fracasó estrepitosamente.