• Sociedad

    LA RESPONSABILIDAD CIUDADANA FRENTE A LA CORRUPCIÓN

    La corrupción no solo es un problema de los políticos, sino también de una ciudadanía permisiva que tolera prácticas deshonestas y, en ocasiones, las perpetúa. La verdadera regeneración comienza con un cambio de mentalidad que permita reconocer la responsabilidad compartida en el sistema. ¿Cómo construir una sociedad donde la ética sea más que una utopía? La clave está en formar conciencias libres y en fomentar una cultura de participación activa que rechace la indiferencia y abrace la transformación.

    Además, la ciudadanía tiene un papel crucial en garantizar la rendición de cuentas. La transparencia y el control efectivo de las actividades políticas no son solo derechos, sino también deberes que todos debemos asumir. En este sentido, la formación de conciencias libres es clave para erradicar la aceptación pasiva de sistemas corruptos. Una sociedad verdaderamente democrática exige un compromiso activo y un rechazo rotundo a la corrupción, no solo como un problema político, sino como una cuestión ética que afecta la dignidad de todos.

  • Actualidad

    DÉJÀ VU

    En este final de año 2024, asistimos en España a un fenómeno preocupante que me provoca una intensa sensación de déjà vu: las revelaciones del Sr. Aldama acerca del pago de cuantiosas comisiones a dirigentes socialistas y a su entorno familiar y profesional. Puesto que todo esto deberá aclararse en fase procesal, explico por qué este circo me resulta tan familiar.

    Es muy sencillo. Ya lo viví hace más de treinta años, cuando residía en Italia y se destapó la trama de corrupción que involucraba tanto al Partido Socialista como a parte de la Democracia Cristiana, y que se bautizó con un neologismo – tangentopoli -, que ha pasado a formar parte de los diccionarios italianos.

    Los paralelismos son evidentes, pero aquí quiero centrarme en una reflexión. Toda esta trama se destapa por una razón sencilla: Aldama afirma que ya no puede pagar más. La voracidad de los políticos había llegado a límites insoportables para cualquier empresario, incluso para aquellos que no tenían reparos morales en pagar comisiones a cambio de conseguir trabajos. Él dijo basta y levantó la tapa de este vaso de Pandora.

    Exactamente lo mismo ocurrió en Italia. Y me atrevo a decir que, si Aldama logra ciertos beneficios que lo protejan de las peores consecuencias de su actuación, no será el único en hablar. Porque si de verdad existió (y sigue existiendo) una trama de este tipo – una trama que los italianos definiríamos como “mafiosa” -, dudo mucho que Aldama sea el único empresario al que se le hayan exigido beneficios indebidos por parte de los políticos. Posiblemente, de otros partidos también.