La relación entre manipulación y desinformación se ve exponencialmente potenciada por los algoritmos de las redes sociales y plataformas digitales. Estos algoritmos no son neutrales; están diseñados para maximizar el engagement (la interacción del usuario), lo cual significa que priorizan contenido que genera reacciones emocionales intensas. Y resulta que la desinformación, por su naturaleza sensacionalista y emocionalmente cargada, genera mucha más interacción que la información sobria y verificada.
El resultado es un sistema que, aunque no fue diseñado intencionalmente para difundir mentiras, en la práctica funciona como un acelerador de la desinformación y un aliado involuntario de los manipuladores. Quienes diseñan campañas de manipulación han aprendido a explotar estas características algorítmicas, creando contenido específicamente diseñado para engañar a los algoritmos y obtener máxima visibilidad.
Estos últimos cinco posts proporcionan una comprensión más profunda y matizada de cómo manipulación y desinformación funcionan como un sistema integrado, no como fenómenos aislados.