Globalización

CIUDADANÍA COSMOPOLITA Y EMPATÍA GLOBAL

La conectividad planetaria ha ampliado radicalmente el radio de nuestra empatía: una inundación en el Sudeste Asiático o un juicio climático en Europa detonan protestas y donaciones en cuestión de horas. Esa sensibilidad compartida da forma a una identidad política que trasciende el pasaporte y se pregunta por la justicia global.

Sin embargo, la conciencia no basta. Convertir la “ciudadanía cosmopolita” en poder efectivo implica tres saltos: acceso a foros donde se debatan normas globales, mecanismos para exigir rendición de cuentas más allá de los Estados y, sobre todo, la capacidad de coordinación transnacional entre movimientos locales.

Las plataformas digitales ofrecen la infraestructura inicial -campañas, financiamiento colectivo, observatorios ciudadanos-, pero también revelan los obstáculos: la cooptación por intereses corporativos, la fatiga militante y la brecha digital que deja fuera a millones.

Frente a ello, la clave puede estar en construir “alianzas en capas”: redes que combinen la proximidad de las luchas locales (por el agua, el salario o la vivienda) con la escala global necesaria para modificar tratados comerciales o marcos financieros. Solo así la empatía se transforma en soberanía compartida.