Sociedad

EL DILEMA MORAL EN LA POLÍTICA: ¿ÉXITO O PRINCIPIOS?

Cuando la política se desvincula de la moral, corre el riesgo de transformarse en un fin en sí misma, donde el éxito a cualquier precio es la única medida. Sin embargo, el verdadero liderazgo requiere principios sólidos y un compromiso con el bien común. ¿Cómo podemos combatir el maquiavelismo político que justifica medios inmorales por objetivos eficaces? La respuesta radica en formar conciencias y recuperar los valores que nos hacen más humanos, recordando siempre que no hay verdadera grandeza sin ética.

El desafío está en superar la tentación de medirlo todo en términos de beneficios inmediatos y replantear el ejercicio del poder como un servicio. Una política ética no es idealista, sino profundamente realista, porque reconoce que la grandeza de una nación se construye desde la verdad y la justicia. Solo un compromiso firme con estos principios permitirá devolver la confianza en las instituciones y recuperar la dignidad del acto político. No se trata de oponerse al progreso, sino de garantizar que cada paso avance con responsabilidad y respeto por el prójimo.