La democracia, tal como la conocemos hoy, ha mostrado tanto sus fortalezas como sus debilidades. Hemos llegado a un punto en el que no basta con votar cada ciertos años; necesitamos una democracia renovada que escuche las voces de la ciudadanía de manera constante y efectiva. Pero, ¿qué significa renovar una democracia? Implica construir un sistema donde los ciudadanos sean más activos y responsables de su entorno social y político.
En el volumen 1 de Dinámicas Globales ya se reflexionaba sobre la tensión entre democracia y totalitarismo. Hoy, ese debate es más vigente que nunca. El riesgo de caer en sistemas opresivos siempre está presente cuando las sociedades dejan de cuestionarse y se limitan a seguir rutinas sin reflexión. Por eso, una democracia renovada debe centrarse en las personas, en su educación cívica y en su capacidad de movilizarse para defender sus derechos y los de los demás.