La construcción de una sociedad justa no puede ser una tarea impuesta desde arriba. Debe nacer de las bases, de cada uno de nosotros, y para ello se requiere voluntad y compromiso. En lugar de buscar respuestas únicas, debemos aceptar que la diversidad de opiniones y caminos puede enriquecer el proceso. El desafío radica en encontrar un camino común donde las ventajas y desventajas sean equitativamente distribuidas.
La clave para edificar una sociedad más justa reside en los cimientos que construimos juntos, en la disposición de cada persona a repensar su papel en la colectividad y en la capacidad de dialogar y buscar soluciones basadas en hechos reales y necesidades comunes.