A lo largo de los años, han surgido historias falsas que, por su impacto, han pasado a la historia del periodismo. Uno de los casos más antiguos se remonta a 1835, cuando el periódico estadounidense The New York Sun afirmó que un astrónomo inglés había descubierto vida en la Luna, incluyendo unicornios y pájaros humanos. La llamada “noticia del siglo” se expandió rápidamente y, cuando se desmintió, ya era demasiado tarde para frenar su difusión.
Otro ejemplo sorprendente tuvo lugar en 2010, cuando el periodista italiano Tommaso de Benedetti saltó a la fama por realizar supuestas entrevistas exclusivas a figuras como Mario Vargas Llosa o Mijaíl Gorbachov. En realidad, todas eran inventadas, pero durante un tiempo engañó a medios y lectores por igual. Historias como esta evidencian lo fácil que puede ser fabricar contenido que parezca auténtico y engañar a un gran número de personas.
Sin embargo, los montajes no se limitan a la prensa tradicional. En 2013, varios medios dieron por real un vídeo de un lobo paseándose por los vestuarios de los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi, hasta que la deportista Kate Hansen y el presentador Jimmy Kimmel aclararon que se trataba de una broma. Casos más recientes, como el supuesto hallazgo de un “tren nazi” en Polonia con un tesoro escondido o el “Pizzagate” relacionado con la campaña de Hillary Clinton, se viralizaron en las redes sociales y captaron la atención mundial.
Estos ejemplos demuestran que incluso periodistas o plataformas reconocidas pueden verse atrapadas por la desinformación. Por ello, es esencial verificar las fuentes y mantener una actitud crítica ante noticias sorprendentes. Cada vez que veas titulares demasiado espectaculares o historias que parecen sacadas de una película, pregúntate: “¿De dónde proviene esta información?” y “¿Existen más medios o expertos que la confirmen?”. Con estas precauciones, podrás evitar la trampa de las fake news y contribuir a difundir información veraz.