¿Es posible construir una sociedad donde la empatía sea la base de nuestras interacciones? Una civilización del amor nos invita a imaginar una sociedad así, donde cada persona es valorada y las barreras sociales se disuelven en favor de la inclusión y el respeto mutuo. En un entorno así, la diferencia no genera conflictos, sino que enriquece la convivencia y fortalece la cohesión social.
Lograr este cambio implica replantear nuestras prioridades, desafiando el individualismo y cultivando el compromiso con el bienestar de todos. Nos reta a ver a los demás como hermanos y a construir puentes donde hay muros. Este ideal, lejos de ser inalcanzable, puede orientarnos en cada pequeña acción hacia un cambio real en nuestra forma de vivir y convivir.