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PENSAMIENTO CRÍTICO: LA META OLVIDADA EN LA EDUCACIÓN

La educación formal sigue centrada en la acumulación de conocimientos, dejando en segundo plano el desarrollo del pensamiento crítico. A menudo se asume que el dominio de materias como matemáticas, historia o lengua es suficiente para que los alumnos aprendan a razonar. Sin embargo, estudios han demostrado que la enseñanza tradicional tiene un impacto mínimo en el desarrollo de habilidades de pensamiento superior.

El pensamiento crítico no se reduce a recordar información, sino que implica analizar, evaluar y sintetizar ideas de manera autónoma. Más aún, requiere una disposición activa para cuestionar suposiciones, buscar evidencias y considerar distintos puntos de vista. Sin este enfoque, los estudiantes pueden adquirir datos sin saber cómo aplicarlos o cómo discernir su validez en la vida cotidiana.

Si queremos formar ciudadanos preparados para afrontar los desafíos del mundo actual, es necesario cambiar la enseñanza. Más que transmitir conocimientos, la escuela debe centrarse en enseñar a pensar. Esto implica fomentar el debate, la reflexión y el análisis de problemas reales, haciendo del aula un espacio donde el aprendizaje sea un proceso dinámico y significativo.