La Inmaculada Concepción de María, que se celebra hoy, fue un momento estelar de la historia de la humanidad: Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros. Sin embargo, fue un momento muy pacífico, que hubiera pasado desapercibido en la sociedad ultrainformada contemporánea.
Un evento tan grande tiene lugar sin estruendos y sin grandes aglomeraciones, en la intimidad de una simple habitación. Es la Concepción, la semilla que luego crecerá, respetando los tiempos humanos, sin apresurarse, de manera imperceptible cada día, constante. Podemos reflexionar sobre qué comporta eso para nosotros.