La liberación de Kuwait en 1991, liderada por una coalición internacional contra Iraq, marcó un momento decisivo en la geopolítica global. La victoria fue presentada como un triunfo del multilateralismo y el consenso, dando paso a lo que George H. W. Bush llamó el «Nuevo Orden Mundial». Sin embargo, también dejó a Saddam Hussein en el poder, alimentando resentimientos y futuros conflictos.
Este episodio mostró las complejidades de las intervenciones extranjeras en Oriente Medio. Mientras se celebraba el fin del «Síndrome de Vietnam», las tensiones en la región continuaron gestándose, preparándose para la siguiente fase de conflictos, incluida la controvertida invasión de Iraq en 2003.