Desarrollar el pensamiento crítico es un proceso continuo que necesita de una hoja de ruta. Es útil seguir algunos pasos para fortalecer esta habilidad.
Nos tenemos que entrenar en fomentar la curiosidad. Hacernos preguntas es el primer paso. ¿De dónde proviene esta información? ¿Qué evidencias la sustentan? ¿Qué otras perspectivas existen?
Otra técnica imprescindible es la evaluación de las fuentes. No todas las fuentes de información son iguales. Es crucial verificar la credibilidad de quien nos proporciona datos. Las fuentes confiables son aquellas que tienen un historial de rigor y transparencia.
Una vez adquirida cierta práctica en los dos aspectos anteriores, nos beneficia enormemente buscar múltiples puntos de vista. No quedarnos con una sola versión de los hechos. Comparar información de diversas fuentes nos ayuda a obtener una visión más completa y equilibrada.
Y, por último pero fundamental, tenemos que reconocer y desafiar los sesgos. Ser conscientes de nuestros propios sesgos y desafiarlos activamente. Esto implica estar dispuestos a cambiar de opinión cuando la evidencia lo requiera.