América es el continente más afectado por el crimen organizado, registrando las tasas más altas de homicidios relacionadas con este fenómeno. En países como El Salvador, Venezuela y Honduras, la combinación de narcotráfico, tráfico de armas y corrupción institucional agrava la situación, superando incluso la violencia de conflictos armados.
Este panorama desafía la capacidad de los Estados para garantizar la seguridad y el Estado de Derecho. La lucha contra el crimen organizado en la región requiere no solo medidas locales, sino también una estrategia continental que ataque las raíces estructurales de la violencia y la impunidad.