• Desinformacion

    CÓMO DETECTAR UNA OPERACIÓN DE INJERENCIA INFORMATIVA (3 de 5)

    Reconocer una campaña de FIMI no es tarea sencilla: su éxito depende precisamente de pasar inadvertida. Sin embargo, existen patrones identificables que permiten sospechar de una posible injerencia. Entre ellos, la aparición repentina de cientos de cuentas nuevas que difunden los mismos mensajes, la propagación simultánea de una narrativa en distintos idiomas, o el uso reiterado de argumentos emocionales y extremos. Cuando una historia parece “demasiado perfecta” para confirmar los prejuicios de un grupo, probablemente esté diseñada para hacerlo.

    La detección combina varias disciplinas. Los analistas tecnológicos rastrean la actividad automatizada y los picos de tráfico inusual, mientras los investigadores narrativos analizan los marcos discursivos recurrentes —el pueblo contra la élite, la nación contra el enemigo interno—. Incluso el horario de publicación o el servidor utilizado pueden revelar el país de origen. Pero más allá de la técnica, el elemento decisivo sigue siendo la mirada crítica del ciudadano: la capacidad de detenerse, verificar y preguntarse quién gana con que yo crea esto. Cada lector, periodista o profesor puede convertirse en un eslabón de esa defensa civil. Una sociedad que sabe leer las señales de manipulación se transforma en su propio sistema de alerta temprana. En tiempos de guerra informativa, la vigilancia crítica no es paranoia: es lucidez democrática.

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    LA NUEVA GUERRA INVISIBLE: CÓMO SE MANIPULA LA INFORMACIÓN DESDE EL EXTRANJERO (1 de 5)

    En la era digital, la frontera entre guerra y paz se ha vuelto difusa. Ya no hacen falta ejércitos para alterar el rumbo político de un país: basta con controlar los flujos de información que lo atraviesan. La llamada Foreign Information Manipulation and Interference (FIMI) —manipulación e injerencia informativa extranjera— designa el conjunto de acciones deliberadas con las que un Estado o sus actores asociados intentan distorsionar el debate público de otro. A diferencia de la diplomacia, que busca persuadir de manera abierta, la FIMI actúa desde la sombra, oculta su autoría y disfraza la propaganda de opinión ciudadana.

    Estas operaciones recurren a una combinación de técnicas: bots y cuentas falsas para amplificar mensajes, medios pantalla que reproducen narrativas favorables, filtraciones selectivas de datos, ciberataques y el patrocinio encubierto de partidos o grupos de presión. El objetivo no es solo influir, sino dividir, debilitar y deslegitimar. Allí donde la sociedad se fragmenta, la verdad se vuelve difusa y las instituciones pierden autoridad, la manipulación externa encuentra terreno fértil.

    Por eso, hablar hoy de seguridad nacional es hablar también de seguridad informativa. Las guerras del siglo XXI se libran en los servidores, las pantallas y las emociones colectivas. Reconocer este nuevo escenario es el primer paso para comprender que la defensa de la democracia empieza en el espacio digital.