Durante la Edad Media, la relación entre la Iglesia y el Estado fue una de las cuestiones más relevantes en la configuración de las sociedades europeas. La alianza entre ambos poderes no solo consolidó la estructura política del Imperio Carolingio, sino que también marcó el rumbo de la evolución política de Europa Occidental. Con Carlomagno como emperador y el cristianismo como religión oficial, el Imperio Carolingio sentó las bases de una nueva Europa unida por la fe y la ley.
Este modelo, conocido como *Iglesia-Estado*, fue una fórmula de gobernanza que prevaleció durante siglos y ayudó a consolidar la identidad cultural y religiosa del continente. Si bien esta unión no estuvo exenta de tensiones y conflictos, fue una etapa clave para el desarrollo de un sistema político que fusionaba el poder terrenal y el espiritual en un solo ente.