La influencia de China no se limita a su territorio, sino que está expandiéndose de manera significativa hacia el exterior, especialmente a través de su iniciativa de la Ruta de la Seda y sus inversiones en tecnología. Esto plantea una pregunta clave para las democracias occidentales: ¿puede la sinificación representar una amenaza para los valores occidentales? A medida que China exporta su modelo autoritario, junto con tecnología de vigilancia, algunas sociedades occidentales podrían verse tentadas a adoptar prácticas chinas que amenacen la libertad de expresión, la privacidad y los derechos humanos.
La dependencia de la tecnología china en sectores como las telecomunicaciones y la inteligencia artificial podría tener efectos profundos en la autonomía de los países occidentales. Además, la creciente influencia económica de China, tanto en infraestructura como en sectores estratégicos, podría comprometer la soberanía de las naciones que dependen de sus inversiones. Por tanto, la sinificación, como modelo de expansión cultural y política, plantea serios desafíos a la democracia liberal y la autonomía de las sociedades occidentales.